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El inversor arruinado se suicidó tras escribir una carta donde denunciaba el atropello a los pequeños ahorradores

"Le mando una pequeña nota sobre mi suicidio para ver si a través de la Prensa dan a conocer el atropello y canibalismo que está efectuando el Colegio de Agentes de Cambio y Bolsa con todos los pequeños ahorradores. Si mi muerte sirve para romper una lanza en favor de ello y que salga a la luz todo lo referente mío al caso suspensión Fecsa, le estaría muy agradecido". Así, con tan aparente frialdad, explicaba su muerte el inversionista José Luis Ybarra Belmonte en una carta enviada con fecha 31 de octubre pasado al director de EL PAÍS.

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El cadáver del suicida fue hallado el pasado día 3, colgado de una encina de la madrileña Casa de Campo, La policía descubrió después que la víctima conservaba en un bolsillo su carné de identidad, 8.650 pesetas en metálico, 80 décimos de lotería y un pase de entrada a la Bolsa; además, tenía un valioso reloj de oro en su muñeca izquierda.Cuando José Luis Ybarra ató el pasado martes una cuerda a la rama de una encina y pasó el otro extremo de la misma en torno a su cuello estaba poniendo fin a una grave crisis económica y personal que se había iniciado en octubre del año pasado, según explica él mismo en su carta póstuma.

El desesperado jugador de Bolsa explica en su escrito que había decidido suicidarse el 25 de octubre pasado, pero para darse valor había bebido demasiado y fue recogido borracho por alguien que le trasladó a su casa. "Al recobrarme me dio un rayo de luz de que Dios existiera y mi destino no fuera el de suicidarme".

Una semana después de su primer intento, José Luis llevó a cabo su determinación, tras añadír unas líneas a la carta dirigida "al juez", cuya copia envió al director de El PAÍS. La fecha que figura en este escrito hace pensar que su cadáver tardó tres días en ser encontrado.

Ybarra, de 44 años de edad, era hijo de madre soltera. A los 27 años ganó unas oposiciones de Correos. Dado su carácter introvertido y ahorrador, fúe invirtiendo sus ahorros en Bolsa durante los años 1970 a 1973. Al obtener buenos resultados, se dedicó a realizar inversiones en el sector inmobiliario hasta el año 1979.

Pulcro y educado

Según el propio relato del suicida, desde el año 1979 hasta 1982 realizó inversiones en hostelería. "Volví a la Bolsa en 1982. Poco a poco fui incrementando mi patrimonio. En 1986 arreglo mi piso y compro algunas cosas para mi comodidad, poniendo mi capital en valores refugio de Telefónicas y Eléctricas".José Luis Ybarra vivía en un piso de la finca número 128 de la calle de Tembleque, en el barrio madrileño de Aluche, cuyos vecinos le describen como "un hombre pulcro y educado, que apenas mantenía más trato que el que pudiéramos tener con él cuando nos cruzábamos en el ascensor".

Las "desdichas" de Ybarra, como explica en la carta mecanografiada que llegó a EL PAÍS el pasado jueves, comenzaron hace ahora un año, cuando "un vendedor de un piso [cita su nombre] me hace una estafa de dos millones de pesetas, llegando a un acuerdo de que las pagaría en cinco años o respondería con el piso".

La madre de José Luis Ybarra fue operada a vida o muerte en las Navidades del año pasado, lo que supone un nuevo disgusto para él, que sentía un gran cariño y admiración hacia ella. Dicha mujer, que siempre había padecido de los nervios, lleva cinco años enferma del corazón y desde entonces vive en una residencia privada a la que su hijo pagaba mensualmente 67.000 pesetas.

En otro de los párrafos de la carta póstuma, el inversor arruinado confiesa: "Siempre he sido muy organizado y meticuloso. Con mucho miedo a la miseria, por no tener a nadie. Cuando volví a Bolsa hice un seguro, incluido suicidio, a favor de mi madre, para que no le faltara de nada si yo me equivocaba. Asimismo, hice testamento en favor de ella. (Están en un sobre)."

Ybarra era propietario de 25 pisos, unos a su nombre y otros a los de terceras personas. Todos ellos parece que habían sido vendidos antes de 1979, aunque aún tenía que cobrar varias letras, depositadas en el Banco de Bilbao a cambio de un préstamo de 11 millones de pesetas. El suicida estaba, sin embargo, preocupado por lo que ocurriría a su muerte: "Creo que, a pesar de las bajas de la Bolsa, habrá suficiente para pagar las pequeñas partidas de restos de hipotecas de los pisos mencionados con la Caja de Ahorros y Monte de Piedad, así como los créditos con los bancos Hispano y Urquijo. Mi piso está hipotecado desde abril de este año con el Banco Pastor. Creo que después de deshacer todo este lío financiero quedará dinero para pagar al albacea, abogados y algo para mi madre".

La patética misiva finaliza diciendo: "Por más que busco soluciones no encuentro ninguna, y creo que para vivir sin nada, arruinado, con los nervios rotos, mejor es terminar cuanto antes y poder solucionar los problemas cuanto antes para el bien de todos. Gracias, señor juez". A continuación estampó su rúbrica junto a la fecha del 31 de octubre y su número de carné.

El inversor no olvidó adjuntar a la carta autobiográfica una "relación de valores en poder de José Luis Ybarra", donde aparecen reseñadas las acciones que tenía depositadas en el Banco Español de Crédito y con los agentes Luis Usera, Adolfo Ruiz de Velasco y Rafael Boulet.

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