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Obsesionado con su madre

La carta mecanografiada por José Luis Ybarra horas antes de ahorcarse está cargada de desesperanza y patetismo, como queda de manifiesto en los párrafos entresacados."Se dice que el que se suicida es un cobarde. No sabe usted, señor juez, lo penosas que se hacen las últimas 40 horas antes de quitarse la vida, más aún cuando uno la ama. Circunstancias que le iré contando me obligan -a emborracharme, cosa que no hice en mi vida, para tener valor y saltar desde el Viaducto".

"Tengo 44 años. Soy católico, pero no practicante. Nací en el 43, hijo de soltera, con lo que ello significaba en la posguerra. De los 7 a los 15 años estuve interno en Auxilio Social; de los 16 a los 25, en Alemania; a los 26 hice el bachiller, y a los 27, oposiciones a Correos..."

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Su última jugada

"Sólo tengo a mi madre, de 75 años, enferma de los nervios de toda la vida por su mala suerte al tenerme de soltera y estar, hasta que vine de Alemania, fregando en una cafetería y viviendo miserableniente".

"No tengo amigos ni. amigas. Siempre he sido muy austero. No he tenido coche nunca y he sido muy ahorrativo. ( ... ) Señor juez, como habrá visto, de tener una vida, después de tanto sacrificio, asegurada, y sólo por las cabronadas de los agentes de Bolsa, se fue desplomando acompañada de la mala suerte. Para salir de ella, sólo en mi cabeza desequilibrada caben dos cosas: o pegar un tiro a los causantes de mi ruina o quitarme la vida". "Dono mi cuerpo y todos mis órganos vitales que se puedan aprovechar. Y, como última voluntad, señor juez, ayude a mi madre si puede. Gracias, que Dios se lo pague, si es verdad que existe".

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