_
_
_
_

La parricida de Palma ingresa en un hospital con un fuerte choque emocional

Mónica Kreiger, la joven viuda alemana de 25 años que el pasado lunes mató a sus dos hijos en un chalé de Porto Colom, en Mallorca, fue ingresada ayer en un hospital de Palma de Mallorca por indicación del juez de Manacor, Antonio Olivé. El ingreso de la presunta parricida en un centro médico no obedecía a las heridas que Mónica Kreiger se había causado al cortarse las venas tras matar a sus hijos, sino al fuerte choque emocional que padecía. La tragedia pudo tener su origen en la depresión que, al parecer, padecía la joven tras la muerte de su esposo hace dos años.

El resultado de la autopsia de los niños, de siete y cinco años, permaneció ayer en secreto por orden judicial, aunque todo parece indicar que la mujer mató a sus hijos suministrándoles una fuerte dosis de Valium mezclado con alcohol, y no inyectándoles aire en las venas, como había declarado tras ser detenida."Yo examiné los brazos, las piernas y las orejas de los niños y no vi pinchazo alguno, creo que murieron a causa del Valium", comentó ayer Josep Orriols, el médico que atendió a la parricida y descubrió el cadáver de los niños. "Me avisaron a las 8.45 horas del lunes y al flegar a la casa encontré a la mujer tendida en el suelo con cortes en sus dos muñecas". Según Orriols, que está al frente del dispensario de la Seguridad Social en Porto Colom, las heridas eran superficiales. En opinión del médico, Ménica Kreiger "estaba muy afectada por el alcohol, aunque su estado podía deberse también al consumo de barbitúricos".

Orriols explicó que, en su opinión, "inyectar aire en las venas a unos niños sería muy diricil, incluso para un experto". El médico comentó que, cuando halló los cadáveres, los cuerpos estaban muy fríos, "habían muerto hacía varias horas y no tenían pinchazos ni señal alguna de haber muerto violentamente". Los cuerpos de Daniela y Robert estaban tendidos sobre sus camas.

El juez Antonio Olivé, de 27 años, se mostró reacio a dar información sobre el caso. "Los padres de la detenida y el cónsul alemán me han pedido que la Prensa esté al margen", comentó el juez.

Estado lamentable

Mónica Kreiger prestó declaración ayer por la mañana en presencia de su abogado. Su estado psíquico era lamentable. Aún llevaba las muñecas cubiertas por gasas ensangrentadas. Su padre estaba completamente abatido y sus sollozos y temblores alarmaron en más de una ocasión a los policías que custodiaban a su hija."Siempre núraba a los niños de Mónica porque eran preciosos", explicó Araceli Santiago, una vecina de la familia Kreiger, que "nunca hubiera imaginado que esto hubiera podido pasarles a ellos". Sor Joana Villalonga, directora del parvulario al que acudía el pequeño Robert, tampoco se explicaba el drama. "Era una madre modélica, les quería y les cuidaba mucho". Según el relato de la monja, "los Kreiger no pasaban apuros económicos, a juzgar por la puntualidad de sus pagos, pero Mónica parecía triste, y una vez incluso, cuando recordó a su difunto marido, se puso a llorar". El esposo de Mánica Kreiger falleció hace dos años en la República Federal de Alemania. Su muerte provocó que su esposa se trasladara a vivir a Mallorca. Ni los padres ni el abogado de la detenida quisieron explicar ningún detalle relativo a la vida de Mónica antes de su llegada a España ni sobre la causa de la muerte del marido.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Mónica Kreiger fue encontrada el pasado lunes por la mañana en el comedor de su chalé, llamado Seis Rodes, situado en la calle de la Niña, en Porto Colom, a 70 kilómetros de Palma. La mujer fue hallada por su compañero, un alemán afincado en la isla, que solía llevar a los niños al colegio cada mañana. Las relaciones entre Mónica y su compañero eran, al parecer, estables.

Una depresión causada por la muerte de su esposo, y la soledad en la que se encontraba, a pesar de hallarse rodeada por sus hijos, padres y amigos, pudo ser la causa de la tragedia.

Ayer, los pequeños gatos de los Kreiger buscaban comida infructuosamente en el jardín del chalé, cuyos tendederos aún estaban repletos de ropa de niño.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_