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Tribuna:EL PRÓXIMO CONGRESO DEL PCE
Tribuna
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Un dilema que esteriliza

¿Confrontación o pacto con el PSOE? Al hilo del próximo congreso del PCE, el autor reflexiona sobre este dilema que surge a veces en los debates de los comunistas. Falso dilema, a su juicio, que responde más a una inclinación a la satelización que a una actitud de clarificación de la propia teoría política.

Julio Anguita es presidente de Izquierda Unida-Convocatoria por Andalucía

BASTERRA, Washington

Recientes artículos publicados en este medio y que se insertan en los debates colaterales al XII Congreso del PCE se sitúan, a mi juicio, en esa equívoca tierra de nadie en la que suelen naufragar las personas y colectivos cuando se alejan de la teoría a la que dicen representar."Todo lo existente merece perecer", decía Marx, refiriéndose a la necesidad de negar la situación en la que se vive. Negación que conlleva imperiosamente una actitud en la que, desde el conocimiento de la realidad, la voluntad de transformación se reafirma; ése es el sentido de la tesis XI contra Feuerbach. ¿Tiene la economía unas leyes inexorables por encima mismo de la voluntad de los hombres?, ¿es el paro una situación sin alternativas?, ¿es irremediable la sociedad de los famosos tres tercios?, ¿será siempre el hombre, tal y como lo definió Hobbes, hominis lupus?, ¿puede concebirse una izquierda que confunde el realismo con la claudicación o el posibilismo tacticista?

"El comunismo es un movimiento real que supera la contradicción actual", decía Marx, indicando bien a las claras los dos ejes de una actuación política revolucionaria: utopía y concreción aquí y ahora de esa utopía. La praxis transformadora no puede desvincularse de utopía (¿qué sería del comunismo como nostalgia de futuro sin la presencia constante del fin?), pero tampoco del trabajo concreto pensado, debatido, programado, pormenorizado, aplicado. Afirmar utopía sin mojarse en alternativas concretas es testimonialismo, discurso izquierdista, estéril e inoperante. La práctica política sin utopía es practiconería, gestión de lo irremediable. Una fuerza transformadora, y por ende revolucionaria, necesita definir el mundo que construye asumiendo ya a niveles de práctica personal y política los valores que preconiza y también la alternativa concreta, comprometida con el número y las leyes. Es a la vez alternativa a la sociedad y al Gobierno. La revolución (perdón) sólo es posible si se articula una mayoría capaz de llevarla a cabo. Una mayoría que objetivamente existe, pero que necesita de la objetividad del conocimiento y de la subjetividad de los valores por la vía de la práctica política concreta y, consecuentemente, no sólo en lo económico, social y político, sino también en lo cultural e ideológico. La política, y el ejercicio de la misma, deben desacralizarse. El discurso político debe ser el mismo antes, en y después de una campaña electoral. La mejor campaña electoral es la que se inicia al día siguiente de las elecciones con el trabajo consciente de los que aspiran a transformar la sociedad.

¿Confrontación o pacto?

Hablar de línea política coherente y consecuente no es en absoluto excluir los matices; éstos existen. La propia realidad, además de contradictoria, es rica en un amplio iris de matices, pero sin olvidar que éstos no son sino aspectos de una realidad definida. Cuando el matiz constituye el núcleo de una actividad política, el pasillo, el cenáculo, el editorial de un periódico y el pacto entre moquetas se transforman en la única imagen que un pueblo desencantado percibe por parte de la gremialista y corporativista clase política. Una estrategia no es una suma de tácticas, ni mucho menos algo que permanezca al margen de la práctica política diaria. La táctica es a la estrategia como los matices a la realidad. La estrategia es invariante, la táctica es la adecuación de la estrategia a la coyuntura. Si se olvida lo anterior la coyuntura pasa a ser ciclo histórico, la táctica se presenta como estrategia, y el análisis de cada día, un dato nuevo que sumar al caos. Por otra parte, ninguna estrategia puede basarse en la debilidad de los otros, sino en la fuerza propia. Una estrategia es la programación de una ofensiva y, por tanto, una práctica sobre el propio esfuerzo, y nunca una esperanza puesta en la debilidad, los giros o las contradicciones de los otros.Y llegamos a la cuestión clave: ¿confrontación o pacto con el PSOE? Éste es el dilema que subyace en muchos de los debates a los que hoy nos entregamos los comunistas. Y por mucho que el dilema se disfrace, bien por miedo a afrontarlo o bien por tacticismo, termina apareciendo siempre como el epicentro de la discusión. Los partidarios de la confrontación suelen incurrir en una visceralidad y en un radicalismo verbal que, desgraciadamente, no suele resistir la prueba de la práctica. Memoricemos la cantidad de furibundos antipsoes que acabada la campaña electoral no han dudado en pactar o aceptar delegaciones en los ayuntamientos que dirigen los que hasta ayer calificaban de socialfascistas. Muchas veces en estas actitudes se esconde el complejo de inferioridad y el sectarismo más primitivo. Los partidarios del pacto se basan en la siguiente línea argumental: el PSOE es un partido de izquierda, pero que tiene una cúpula dirigente completamente derechizada; basta, pues, con conseguir desgajar la base incontaminada de la dirección.

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Asimismo, y continuando con la argumentación, debemos entrar en contacto con los sectores y capas de la población que siguen votando al PSOE, y la mejor manera es entenderse con el PSOE. Otras veces se utiliza la argumentación de un aumento electoral del centro-derecha y, por consiguiente, nada mejor que frenarlo con el pacto al que hemos hecho referencia.

Satelización

A mi juicio, esta tesis tampoco se tiene en pie. Y ello por varias razones:- Un partido político es una teoría política, una estrategia política explicitada en sus congresos, una composición social de sus militantes, una práctica política y un camino más o menos irreversible. ¿De verdad que el problema del PSOE y la derechización del mismo no son nada más que Felipe González y Alfonso Guerra? Si fuese así no asistiríamos a la marcha de algunos y las tensiones producidas por las actitudes de quienes se han dado cuenta de que ya nada pueden hacer.

- Una estrategia de transformación pasa, necesariamente, por entrar en contacto y articular a la inmensa mayoría de los que votaron PSOE, pero ¿por qué no hacerlo nosotros directamente a través de nuestro trabajo diario, de nuestra claridad ideológica y de nuestra organización en la sociedad? ¿Es que el PSOE es el mediador exclusivo entre sus desencantados votantes y los que apostamos por la transformación?

- Hace unos meses, el actual presidente de la Junta de Andalucía, Rodríguez de la Borbolla, calificaba en televisión a su partido como de centro-izquierda; recientemente, Joaquín Leguina ha propugnado que el PSOE debe articularse sobre dos alas: la centro-derecha y la centro-izquierda. Aparte de las autocalificaciones de significados dirigentes del PSOE, queda para la reflexión el contenido de su política, el proceso de transformación que sufre su teoría política y la prueba suprema de su práctica de gobierno. ¿Con este mimbre vamos a hacer el cesto de la transformación? ¿Cuál es la postura correcta? A mi juicio, nuestra actuación consiste en escapar de la satelización a la que nos sentimos inclinados tantas veces. Clarifiquemos nuestra teoría política, apostemos por un mundo distinto, preparémonos para ser alternativa de gobierno, y eso se hace volcándose en la sociedad y construyendo constantemente alternativas parciales en ayuntamientos, comunidades autónomas y Gobierno central. Una política de transformación, en esta hora de España, no tiene más sustento que el PCE y sus aliados en Izquierda Unida. Una Izquierda Unida constituida en frente político que conjugue con método, elaboración y voluntad política la movilización y preparación para ser gobierno de una mayoría que sepa, en su momento, lo que vota y lo que quiere. Cuando esto sea así, lo que quede de socialista en el PSOE vendrá con nosotros por la fuerza de la evidencia de la razón y por la fuerza de la evidencia de la articulación. Asomarse cada mañana, con avidez carroñera, sobre Redondo, Saracíbar, Benegas, etcétera, es hacer política desde la información de la Prensa diaria. Nuestro sitio está en otra parte. ¿Es tan difícil esto?

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