Caracoles
El hombre es el animal más falso de la Creación, y por si alguien lo pusiera en duda, le invito a que haga una reflexión sobre el comportamiento humano en relación con los caracoles. Cualquier posible y necesaria aportación científica a una cocina de la crueldad tendría en el trato que se le da al caracol pruebas suficientes para montar 100 tribunales de Nuremberg. Al caracol no sólo se le cuece vivo, sino que se le purga durante días en jaulas de concentración donde agoniza hacinado para pasar al prelavado, una salvaje manipulación donde interviene el vinagre o cualquier otro ácido eliminador de la tierna viscosidad del animalito.Por contrastre, el caracol excita ternuras en sus asesinos y hay canciones infantiles en las que los caracolitos son objeto de buenos tratos y son muchos los niños que dan un trocito de lechuga a los caracoles perdidos sin collar. Resignado estaba yo a estas formas tradicionales de crueldad y piedad, cuando me entero de nuevas manipulaciones a costa del caracol que pongo a disposición del Defensor del Pueblo, por si defender al hombre de sus instintos tontos y crueles formara parte de sus atribuciones. Resulta que alguien le está tocando los huevos al caracol y se ha inventado un caviar a su costa, una huevada blancuzca con sabor a purgante, muy pregonada últimamente por gourmets cargados de resentimiento contra los paladares sensatos.
Y por si purgarlo, echarle vitriolo, cocerle vivo y tocarle los huevos no fuera suficiente, ahora resulta que se ha conseguido reproducir el cerebro del caracol en un microchip, sin que se sepa, aunque se tema, qué parte corresponde a Luis Solana en este invento, pero presumiendo la cantidad de caracoles descerebrados para conseguir este adelanto científico. Animal sufrido, un día de éstos va a perder la paciencia y se va a negar a salir de la cáscara, resistencia inútil porque, cociéndolo vivo, está comprobado, sale, ¡vaya si sale! Concedamos un descanso histórico al caracol y estudiemos muy seriamente las canalladas que les podemos hacer a las tarántulas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.