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El nuevo candidato al Supremo, considerado similar al rechazado Bork

Francisco G. Basterra

Ronald Reagan ha vuelto a desafiar a los liberales en el Senado al elegir para el Tribunal Supremo a un juez fabricado en el mismo molde ideológico conservador que el rechazado Richard Bork. Sin experiencia judicial y muy joven (41 años), Douglas Ginsburg puede volver a desatar una nueva y amarga batalla política entre el presidente, que quiere dejar como herencia un Supremo alineado en posiciones conservadoras, y el Senado, dominado por los demócratas, que debe confirmar el nombramiento.Ginsburg, actualmente juez del Tribunal de Apelaciones de Washington, su primer puesto judicial y donde lleva menos de un año, es un ilustre desconocido. No tiene detrás, como tenía Bork, una serie de opiniones judiciales escritas que sirvieron en gran parte para desmontar su candidatura. Pero está claro que es un conservador y ya ha sido bautizado como Baby Bork.

Su designación ha sido aplaudida por los reaganistas, y en el otro extremo ideológico, el senador Edward Kennedy prometió ayer que "si su filosofía es tan extremista como la de Bork, haré todo lo posible para que no sea confirmado".

Reagan desoyó los consejos de su jefe de gabinete, Howard Baker, que le aconsejó que designara al juez moderado de California Anthony Kennedy, inclinándose en cambio a favor del candidato del ministro de Justicia, Edwin Meese, íntimo del presidente y el cruzado de la revolución Reagan. Baker trataba de evitar una nueva confrontación con el Congreso tras la humillante derrota sufrida con Bork. Pero el presidente prefiere, al parecer, ir al choque frontal, y ha hecho buena su promesa de hace unos días, cuando afirmó que "buscaré otro juez al que se opongan tanto como a Bork".

Pero los senadores liberales, aunque críticos de la designación, se manifestaron ayer, sin embargo, con cierta prudencia, a la espera de conseguir razones objetivas para oponerse a la designación. Tampoco quieren aparecer como los responsables de politizar la designación de jueces del Supremo. Los grupos defensores de derechos civiles han comenzado a escudriñar en los antecedentes de Ginsburg.

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