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Béjart, un coreógrafo que busca su inspiración en los más pequeños actos de la vida

Maurice Béjart, uno de los grandes nombres del mundo de la danza del siglo XX, se encuentra en Madrid para presentar diversas coreografías dentro de la programación del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid. Béjart, que acudió por primera vez a Madrid hace 30 años para bailar ante un casi inexistente público Sinfonía para un hombre solo en el parque del Retiro, afirma seguir buscando su inspiración "en todos y cada uno de los más pequeños actos de la vida".

Béjart, marsellés nacido hace 60 años, el mundo entero le ha reconocido como uno de los grandes coreógrafos de nuestra era, aunque sus bailarines se niegan a considerarle como tal -ya que piensan que es un gran creador al margen de la danza- y que él tan sólo se define como simplemente un hombre.Su Ballet del Siglo XX, fundado en Bruselas en 1960, atrajo a todo tipo de audiencias y le convirtió en uno de los grandes mitos del mundo de la danza, algo que año tras año ha venido siendo avalado por los innumerables premios y galardones recibidos por su labor. En la actualidad se encuentra al frente del Ballet de Lausanne, de Suiza, con el que acude, a Madrid.

Mundos dispares

Béjart inicia su carrera en los años cincuenta, en un momento en el que grandes creadores del género, como Balanchine, Martha Graham, Roland Petit, o bailarines como Nureyev o Carla Fracci, cubren todas las expectativas posibles. En aquel difícil momento para un joven creador, Béjart se adentra por mundos tan dispares como el pop, el barroco, el kabuki, Bach y tantos otros terrenos inexplorados. Hoy, su afán de búsqueda no se ha detenido, y afirma "buscar sus fuentes en todos y cada uno de los actos más cotidianos de la vida". Buena prueba de ello es el programa con el que esta tarde se presenta en Madrid: una coreografía basada no, sólo en textos de Ma1raux, sino en toda esa concepción de vida que el intelectual francés tenía hasta su fallecimiento, en 1976, con música de Beethoven y del joven francés Hugues le Bars. "Para mí, la figura de Malraux es fundamental en el siglo XX", comenta Béjart, "y. España ha sido especialmente importante en su vida, por lo que me emociona especialmente empezar con él. Fue un hombre de acción, imparable, y al mismo tiempo era una continua reflexión, por lo que me parece un hombre especialmente significativo para la época que nos ha tocado vivir".El programa con el que Béjart se presenta en el Palacio de Deportes de Madrid, cambiado a última hora por el propio coreógrafo, es, definitivamente, el siguiente: Malraux o la metamorfosis de los dioses se presentará los días 21 y 22. El día 23, Siete danzas griegas, con música de Mikis Theodorakis; Vida y muerte de una marioneta humana, con música tradicional japonesa y Nino Rota; Preludio a la siesta de un fauno, con música de Debussy; El vals de Mefisto, con música de Liszt, y El bolero de Ravel. Los días 24 y 25, Dionysos suite, con música de Hadjidakis; Preludio de la siesta de un fauno, de Debussy; El vals de Mefisto, de Liszt, y El bolero de Ravel. Como primer bailarín de la compañía acude en esta ocasión el argentino Jorge Donn, quien comenta del coreógrafo francés que, aunque 9o pide todo, todo, también es cierto que seguramente no sería nadie de no haber pasado por las manos de Béjart, hombre que, aunque se empeñan en catalogar como coreógrafo, es un creador que va mucho más allá de las limitaciones del mundo de la danza". Donn es, desde hace años, uno de los puntales sobre los que Béjart basa sus coreografías.

Vanguardista de la danza

En numerosas ocasiones se ha definido a Béjart como un vanguardista de la danza, algo que él no acepta en ningún momento. "Nunca he sido vanguardista. No sé ni comprendo qué quiere decir esa palabra. Es la confusión entre el arte y la moda. ¿Cómo podríamos decir que Picasso es más avanzado que Monet o que Goya? Son diversas formas del arte, aunque cada uno vivamos la época en la que nos ha tocado vivir. Es una evolución, y en ella no se puede dar una idea de superioridad".Cuando, se le pide que hable del público, de las diferencias que observa de unos públicos a otros, después de haber actuado ante espectadores de los cinco continentes, sonríe: y comenta: "El público es como el mar, que cada día, cada hora es diferente; calmado, azul, agitado...".

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