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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Gandhi y los tamiles

TROPAS DE choque indias iniciaron en días pasados el asalto contra la ciudad de Jaffna, ocupada por el grupo nacionalista tamil más radical, los Tigres de la Liberación tamiles (LTTE). Esta lucha pone de relieve el cambio total que se ha operado en apenas unas semanas en la misión desempeñada en Sri Lanka por las tropas del subcontinente. Éstas fueron enviadas despues del acuerdo de paz firmado el 29 de julio por el primer ministro indio, Rajiv Gandhi, y el presidente de Sri Lanka, Junius Jayewardene, acuerdo tendente a crear una región tamil autónoma en el norte y el este de la isla. Ello significaba un paso histórico para poner fin a la sangrienta guerra civil que en los últimos años ha causado más de 6.000 muertos en la isla cingalesa, dando satisfacción al menos en parte a las demandas de la población tamil. El papel de las tropas indias era garantizar el restablecimiento de la paz en las zonas llamadas a constituir la región autónoma y desarmar a las guerrillas de los nacionalistas tamiles. Incluso los Tigres de la Liberación aceptaron en julio el acuerdo de paz y accedieron a la entrega de las armas.El proceso de pacificación se vino abajo, sin embargo, cuando el 6 de octubre la organización de los Tigres anunció su rechazo del acuerdo. Ante este viraje, el Gobierno indio reaccionó ordenando a sus tropas que desarmasen por la fuerza a los Tigres de la Liberación. Ello ha supuesto emprender una verdadera guerra, notablemente para reconquistar Jaffna, la gran plaza fuerte de los secesionistas.

Al firmar en julio el acuerdo de paz con el presidente de Sri Lanka, Gandhi tenía metas políticas de largo alcance: afirmar el papel de la India como potencia regional, a la que Sri Lanka necesita recurrir para resolver un problema interno; aparecer como protector de los tamiles, baza esencial para su prestigio interior, ya que la India comprende un Estado tamil de 55 millones de habitantes y de ahí es de donde procedió a fines del siglo pasado la gran parte de los tamiles que hoy constituyen el gran problema de la isla cingalesa. Al promover una solución reformista en Sri Lanka, Gandhi pensaba debilitar el extremismo de los Tigres, fuente eventual de un nacionalismo tamil radical en la propia India.

Las cosas han evolucionado de forma muy distinta. Los Tigres (LTTE) han vuelto a la lucha armada. Si pensaban que las tropas indias tendrían hacia ellos una actitud complaciente, la realidad lo ha desmentido. Así es como el Ejército indio está llevando a cabo hoy lo que el Ejército de Sri Lanka nunca se atrevió decididamente a intentar.

El fracaso de la solución pacífica se debe sobre todo a la posición ultrarradical de una fracción de la guerrilla tamil. Sin duda, Gandhi confió demasiado en que este sector, que ha recurrido durante años a métodos de violencia y terrorismo, aceptaría pasar a una vía de reformas pactadas entre los Gobiernos de Nueva Delhl y Colombo. Ahora, Gandhi se encuentra en una situación sumamente dificil. El hecho de que soldados indios estén combatiendo contra tamiles en Sri Lanka tiene efectos demoledores para su prestigio, sobre todo en el Estado de Tamil Nadu. De ahí que el Gobierno de Nueva Delhi esté tan interesado en no facilitar datos de bajas propias, amén de las que sufre la población civil, y en impedir a los periodistas el acceso a la zona de los combates. El primer ministro indio ha rechazado las demandas de alto el fuego de los Tigres, exigiendo que entreguen las armas y que se atengan al acuerdo del 29 de Julio. Pero los Tigres pueden seguir sosteniéndose en zonas rurales, incluso si pierden el control de Jaffna. La prolongación de estos combates tendrá enormes consecuencias negativas para Gandhi. Sobre todo en un momento en que se refuerza la oposición contra el primer ministro en la escena política de Nueva Delhi.

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