Dos años de cambios y ajustes
., El Banco Español de Crédito ha sufrido en los dos últimos años una profunda transformación, tanto en lo que se refiere a la imagen externa de solidez y "buen hacer bancario" como en sus principales responsables en las áreas de control y gestión. La crisis de rentabilidad por la que atravesaba Banesto, consecuencia en la mayor parte de los casos de operaciones realizadas en años anteriores, obligó a congelar la parte de los resultados que se distribuía a los accionistas.La inspección del Banco de España, y los temores que se tenían sobre el verdadero alcance de los problemas que el propio Banesto era incapaz de cuantificar, obligaron primero a no renovar en su puesto de presidente a José María Aguirre Gonzalo, nombrando a Pablo Garnica, primer ejecutivo desde hace muchos años, y a iniciar la sustitución de éste último por José María López de Letona, ex gobernador del Banco de España, de una forma menos "traumática" al iniciarse un cierto proceso de autocrítica interna.
A finales de enero de 1986, José María López de Letona fue nombrado miembro del consejo de administración de Banesto, como primer paso para una rápida ascensión hasta el puesto de vicepresidente y consejero delegado de la entidad que se produjo dos meses después. Pablo Garnica cedía su posición de control y de gestión para que otra persona llevara a cabo un proceso de saneamiento de la entidad largamente aplazado.
En la junta general de accionistas celebrada en 1986, Garnica esbozó los problemas a los que se enfrentaba la entidad, centrándolos en Tierras de Almería y el Banco Garriga Nogués, aunque reconoció que Banesto era incapaz en aquel momento de calibrar el volumen de dichos problemas.
Los `agujeros' del banco
Unos meses después, en noviembre, el vicepresidente y consejero delegado de la entidad anunciaba públicamente el alcance de la crisis del que fue el primer banco del país.
Un agujero de 73.000 millones de pesetas en Garriga Nogués, de los que una parte correspondían a Tierras de Almería, pérdidas en empresas del grupo como Agromán y el mantenimiento del litigio de la deuda Coca, así como la falta
de fondos para hacer frente a otros compromisos, obligaban a destinar todos los recursos generados a provisiones y a mantener el dividendo a sus accionistas, por tercer año consecutivo, sacando este dinero de las reservas de la entidad con el compromiso de reintegrarlo en un año.
En diciembre de 1986 el consejo de Banesto reelige a Pablo Garnica como presidente por un año más, pero anuncia que será el último y que el siguiente presidente será López de Letona cuando Garnica lo considere oportuno, pero dentro de 1987,
La designación de una fecha concreta se aplaza y, finalmente, se decide que López de Letona ocupará la presidencia el 12 de diciembre de este año, al filo de la fecha más lejana posible.
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