Libreros
En EL PAÍS del 24 de septiembre apareció un corto pero enjundioso artículo de Francesc Arroyo, titulado Librero, que no podemos dejar pasar sin un breve comentario.Achaca lo poco que venden las librerías a la "escasa profesionalidad de sus titulares y dependientes" y "que resulta dificil de encontrar, incluso la búsqueda de los llamados libros de texto".
Así sigue el tal artículo señalando los defectos de las librerías, indicando tres casos ocurridos en Barcelona.
Al mostrarnos de acuerdo con lo manifestado por el articulista se nos ocurre preguntarle:
¿Por que esa escasa profesionalidad? Por qué ese menguado e ignorado surtido de libros de texto?
La respuesta está en la primera línea del artículo que comentamos: "Ser librero no es ninguna ganga", y ¿por qué?
Por lo poco que se lee en nuestro país, lo que se traduce en escasas ventas y, principalmente, por la desleal y feroz competencia que se hace a las librerías en los principios del curso escolar. Algunos colegios, profesores y asociaciones de padres de alumnos, con diversos pretextos, sustraen unos beneficios seguros a los libreros, defraudan al erario público y con su conducta hacen que ser librero no sea una "ganga".
No se tiene en consideración la labor que la liberería hace todo el año manteniendo unos stocks con muy lenta rotación por sus escasas ventas. También se ignora, o no se cree en ella, la labor de orientación al cliente y al lector, que existe, pese a agoreros y pesimistas.
El final del artículo lo encontramos esperpéntico. Dar como solución a los males de la librería, que al fin y al cabo son los males de la cultura de nuestro país, la venta en colegios, es añadir en una receta para el enfermo algo de arsénico. Para tratar un problema es preciso conocerlo a fondo y que la solución que se proponga no sea el fruto de una rabieta más o menos explicable en su origen. Hay que exigir conocimiento y buena voluntad.- Presidente de la Asociación de Libreros de Tenerife.
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