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LA LUCHA CONTRA EL TERRORISMO

El deshielo

Xabier Arzalluz, presidente de la ejecutiva del Partido Nacionalista Vasco (PNV), rompió ayer un período de seis años de completa incomunicación con el jefe del Gobierno, Felipe González. Ambos líderes políticos no mantenían la menor relación personal al menos desde hace seis años.Arzalluz ha eludido cualquier posibilidad de encuentro con González desde que éste dejara sin respuesta una carta que el líder nacionalista le dirigió para pedirle la apertura de un diálogo entre ambas formaciones sobre el proyecto de ley orgánica de Armonización de los Procesos Autonómicos (LOAPA).

El PNV se opuso frontalmente a esta norma homogeneizadora del desarrollo de los estatutos de autonomía, mientras que el PSOE hizo suyo el proyecto después de consensuarlo con la Unión de Centro Democrático, entonces en el Gobierno. Finalmente, la parte sustancial de la LOAPA fue anulada por el Tribunal Constitucional, que aceptó un recurso del Gobierno vasco.

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Arzalluz interpretó como soberbia el silencio de quien entonces era líder del principal partido de la oposición, hasta el punto de rechazar su participación personal en gestiones de cierta trascendencia. Cuando el dirigente de ETA Militar, Txomin Iturbe, le pidió en abril del año pasado que hiciera llegar al presidente un mensaje sobre la disposición negociadora de la organización terrorista, Arzalluz no quiso comunicar el recado a González y traspasó el encargo al lehendakari, José Antonio Ardanza.

La participación de los socialistas junto a los peneuvistas en el Gobierno vasco y una reciente entrevista, mantenida en secreto, entre el líder del Partido Nacionalista Vasco y el vicepresidente del Ejecutivo central, Alfonso Guerra, han suavizado la tensión personal entre los dos políticos.

Al invitar a Xabier Arzalluz a almorzar en el palacio de la Moncloa, deferencia a la que no se hicieron acreedores los anteriores interlocutores del presidente del Gobierno, González confirma un antiguo axioma vasco. No hay nada que no se pueda arreglar en torno a una mesa bien provista.

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