China expulsa a los periodistas extranjeros del Tíbet
Los 15 periodistas extranjeros que se desplazaron a Lhasa para informar sobre los disturbios independentistas de estos días deberán abandonar Tíbet antes de la medianoche de hoy, según les indicó un portavoz del Gobierno de esa región autónoma el miércoles por la noche.Los periodistas han sido acusados de violar las ordenanzas chinas para los informadores, que exigen que se comuniquen oficialmente los desplazamientos con 10 días de anticipación.
Un portavoz del Gobierno central aseguró que la situación en Lhasa es tranquila y que no ha habido nuevas manifestaciones independentistas desde el pasado martes.
Se temía que se produjeran nuevos disturbios el miércoles, cuando se cumplía el 37º aniversario de la entrada de 84.000 soldados chinos para liberar Tíbet del gobierno nacionalista de Jiang Jieshi (Chiang Kai-chek), refugiado desde 1949 en la isla de Taiwan.
Chen Hslao-Hsien, secretario general de la comisión de Asuntos Tibetanos y Mongoles del Gobierno de Taibei, afirmó que Taiwan no apoya la independencia de Tíbet -que considera, como el resto de China, parte integrante de su territorio-, pero está dispuesta a ofrecer a los tibetanos asistencia militar a través de diversos canales, incluido su líder espiritual, el Dalai Lama XIV, si luchan contra el Gobierno comunista de Pekín.
Según China, seis personas han muerto en los enfrentamientos entre policías y manifestantes durante las tres protestas habidas desde el 27 de septiembre, pero fuentes no oficiales cifran en 19 el número de fallecidos.
Fuentes diplomáticas occidentales en Pekín aseguran que el hecho de que el Dalai Lama, desde su exilio de Dharamsala (India), haya conminado a los tibetanos a la desobediencia pacífica revela que "hay pocas posibilidades de que puedan entablarse en un futuro próximo unas negociaciones serias entre el dirigente espiritual y las autoridades chinas".
China ha ofrecido al rey-dios de Tíbet, exiliado desde la revuelta de 1959, volver a la República Popular para dirigir a su pueblo, pero no desde Lhasa, sino desde Pekín, lo que fue rechazado por el Dalai.
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