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Sindicaleces

El enfrentamiento dialéctico entre Felipe González, que como recordarán es presidente del Gobierno, y Antón Saracibar, secretario de organización de UGT, sindicato afín al partido que gobierna, permite especular sobre un viacrucis socialista precongresual en el que aún no está claro quién va a hacer de Nazareno, quién de centurión fiagelador, y está en subasta el agradecido papel de María Magdalena. A un sector del PSOE, en el poder, le enerva, es decir, le pone nervioso la independencia de criterio manifestada por la UGT y sobre ella lanzan el anatema coactivo de que tanta disparidad crítica va a representar la pérdida de la mayoría absoluta en futuras elecciones. Por cuatro sindicaleces obcecadas se puede perder el poder, y sin los socialistas en el poder, los. trabajadores españoles lo iban a pasar mucho peor.Hasta aquí la reflexión disuasoria que de momento no convence a dirigentes sindicales que no todo lo aprenden en los libros ni en las estadísticas de la OCDE, sino que basan buena parte de su conocimiento en su carácter de movimiento social, en ser correa de transmisión de la sociedad hacia el poder y no lo contrario. Evidentemente, un partido de izquierda que ejerce el poder democrático ha de ser interclasista en la gestión pero ha de seguir siendo de izquierda en la estrategia y su objetivo. Ese difícil y no doble juego no le está saliendo nada bien al equipo del PSOE en el poder y no pueden. recurrir una y otra vez a la excusa de que comunican mal, cuando se comprueba que ni siquiera comunican con su propio sindicato.

A la vista de tan antinatural divorcio, empieza a prosperar la explicación, jaleada por proveedores de ideología palaciegos o de la más clara derecha, de que los ugetistas son diplodocus ideológicos incapaces de ponerse pantalones tejanos y adivinar el horóscopo gracias al ordenador. Son sus críticas sindicaleces de recelosos incultos que no se fían de los que saben de verdad y lo hacen todo por su bien. A esta situación antes se la llamaba lucha de clases interiorizada. Ahora dejémoslo en lucha de culturas.

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