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BALONCESTO / GRUPO PAR

El Real Madrid se olvidó la tartera

Luis Gómez

No habría estado mal ayer que, quizás por el minuto 35 de partido, los jugadores del Madrid, los del banquillo claro está, hubieran sacado la tartera, tomado los cubiertos, ajustado la servilleta en el cuello, y engullido un pequeño refrigerio. Pero no tenían tartera a mano porque no era esa la cuestión. La cuestión era que, en ciertos partidos el Madrid, sus jugadores, parecen que cumplen un trance laboral: hacen su cometido -ganar el partido-, fichan en la cancha, y nada más, terminan y van para casa. El público ayer vio poca cosa, poco espectáculo: sólo que Simpson es el rey de la carambola y el Madrid, aún, no es una máquina bien ajustada.Fue como un partido que se resolvió de oficio, o por oficio. Y, además, fue un poco a tirones, a trancas y barrancas, señal de mal juego general porque el TDK Manresa carece de un dominio suficiente del tempo como para imponer instantes de presión sobre el rival y, por tanto, forzar un encuentro de esos de ida y vuelta. Empezó en 16-5, llegó al 16-15, se extendió en un 51-31, se alargó aún más (72-47) y volvió a cortarse (88-75) para terminar sobre la barrera de los 20 tantos, que era lo mínimo esperado.

En este Madrid sin tartera se pudo comprobar que, efectivamente, abundan los elementos, pero un tanto desconexos. El público ve a jugadores que salen a escena, pero un tanto sin concierto. Entran y salen o salen y no vuelven a entrar. Se ve a Llorente y se le deja de ver, lo mismo que a Briukov, que sale para no volver a entrar. Cargol entra con ganas, pero se sienta a los breves minutos para gastarlas en el banquillo, y así sucesivamente. Sólo Antonio Martín dispuso de 32 minutos de juego, dado que Romay se cargó de personales: cogió 13 rebotes en total y recibió alguna malévola e interesante mirada de Branson.

Y entre entrada y salida, un juego insuficiente y todavía sin personalidad, donde el único ensayo malogrado radicó en algunas escenas de defensa 1-3-1, que parece ponerse de moda en este campeonato. Pero el Madrid, ante un rival inferior, no dio vistosidad a sus acciones, apenas practicó el contraataque, y resolvió por la mejor calidad de sus jugadores. En esa tesitura, la frialdad de Alexis -que empezó muy bien con tres triples casi consecutivos- tampoco contribuye a mejorar el espectáculo. Juegan y ganan, sí. Llevan algo así como 18 partidos invictos, pero el estilo se ha diluido un tanto, y la belleza también.

Mientras tanto, el TDK cumplía también, llevaba con dignidad el papel de perdedor mientras Simpson, poco a poco, iba solucionando jugadas en su peculiar estilo. Está claro que hace cosas difíciles, que consigue triples de esos que llaman estratosféricos, y que es el rey de la carambola; al fin y al cabo porque cualquier balón rebotado termina recalando, no se sabe porqué extraña ciencia, en sus manos: a la postre, por que cualquier pase perdido, rebote sin dueño o pelota al azar busca su mano. Simpson, inicialmente silvado por su pasado azulgrana, terminó recibiendo cariñosos aplausos del respetable. Y es que Simpson no va a la cancha con tartera, cumple con mucha dedicación y busca el espectáculo. En el Madrid, a estas alturas, más parece que curran, pero no que juegan por dar gusto a la concurrencia.

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