El hijo del fallecido en Granada por un disparo acusa a su madre del parricidio
"A mi padre lo mató mi madre", declaró ayer a este periódico Rafael Rodríguez Herrera, de 15 años, cuya hermana, Dolores, de 13, se atribuyó la autoría del asesinato ante un juzgado de Granada la tarde del miércoles. Rafael conoció la muerte de su padre poco tiempo después de que se produjera, pero la mantuvo en secreto bajo amenazas de su madre, Dolores Herrera, hasta casi un día después. Fuentes policiales confirmaron ayer la detención de Miguel Barroso, de 16 años, de quien se dice que mantenía relaciones sentimentales con Dolores Herrera y con su hija.
"Es como en las películas, igual", dice entre sollozos Josefa Rodríguez Fajardo, hermana del fallecido. Al domicilio de Josefa Rodriguez huyó el joven Rafael a contar lo sucedido. Se presentó el miércoles a la hora del almuerzo y dijo: "Mi madre mató anoche a mi padre de un tiro y ha ocultado el cadáver tras un tabique". Sus familiares no le creyeron del todo y mientras exigían más explicaciones se presentó en la casa Dolores, la madre. "Rafael dice que has matado a mi hermano", le dijo Josefa Rodríguez, a lo que su cuñada respondió: ¿Qué dice ese maricón? Es mentira". Josefa relata que, como en las películas, Dolores no pudo más y confesó: "Sí, lo maté anoche". A continuación se marchó, mientras el resto de la familia daba cuenta de los hechos a la policía.La familia del fallecido ha conseguido reconstruir la historia de lo sucedido tras dos días de agobios y confesiones de vecinos. Rafael Rodríguez murió entre la medianoche del martes y la m madrugada del miércoles cuando, según su hijo, sólo se encontraban en el domicilio familiar su madre y su hermana Dolores. El cadáver fue descubierto por la policía hacia las cuatro de la tarde del miércoles; tenía signos de haber sido golpeado en la cabeza y un agujero de proyectil en el abdomen. Los hermanos más pequeños, tres más, durmieron la noche del martes en casa de una hermana de Dolores, Julia Herrera. Para los familiares del maesto, esta circunstancia "de maestra que ya tenían, madre e hija, intención de asesinarle".
"Yo llegué el martes por la noche a mi casa", afirma el joven Rafael. "Pregunté por mi padre y mi madre dijo que dormía. Estaba echado en la cama con un cojín sobre el estómago. Luego mi madre dijo que lo había matado de un disparo con la escopeta de caza". Dolores le conminó a que no contase lo sucedido hasta el día siguiente, en que ella misma acudiría a la policía. Rafael pasó la noche en casa de su tía Julia junto al resto de sus hermanos.
Construir un muro
Por la mañana, el joven Rafael se acercó a su casa y descubrió que su hermana y su madre, junto a Miguel Barroso, se afanaban en la construcción de un muro de ladrillos con intención de ocultar el cadáver. "Mi madre me encerró en una habitación". Allí permaneció el joven hasta que logró deslizarse de la terraza a la calle y dar la noticia en casa de su tía Josefa.
Esa mañana, madre e hija habían madrugado. Hacia las siete de la mañana tomaban café en su barrio, el de la Cartuja. Allí el índice de delincuencia es alto y, según la asociación de vecinos, "de nada han servido las repetidas denuncias a las autoridades para que cojan a los cuatro indeseables que alteran la vida". El mismo día de la muerte de Rafael, la asociación de vecinos envió una carta al gobernador civil y al alcalde con el título Cartuja no está para fiestas. La asociación había decidido suspender los festejos anuales de la barriada ante la inseguridad ciudadana.
Dolores Herrera y su hija fueron de compras y luego hicieron acopio de ladrillos y yeso que trasladaron a su domicilio en una carretilla de mano. Un conocido, que viajaba en una furgoneta, las sorprendió con la carga e invitó a madre e hija a subir. Con ellas viajó también en el vehículo Miguel Barroso. El conocido se ofreció a introducir los materiales en la casa, pero Dolores declinó el ofrecimiento.
Madre e hija se presentaron después en el juzgado. La joven Dolores, de 13 años, anunció que había matado a su padre cuando éste intentaba acuchillar a su madre tras una violenta discusión. Según su versión, las amenazas y malos tratos de Rafael Rodríguez eran continuos.
Un cúmulo de desgracias
Soledad Fajardo, la madre del fallecido, también está convencida de que fue su nuera quien disparó contra Rafael. La anciana desgrana el cúmulo de desgracias acaecido desde que hace 17 años vino a vivir a la casa de Cartuja, que más tarde cedió a su hijo Rafael. "Nunca debí mudarme aquí", comenta. Hace 17 años que murió otro hijo suyo de cuatro años, ahogado en un pozo. Hace unos días, un sobrino suyo pereció ahogado en una playa del litoral granadino.
"Maldita escopeta. La misma que usaba para la caza le ha traído la muerte", repite Soledad en un piso situado a menos de 500 metros del lugar del crimen. "A mi hijo lo drogaban con pastillas", añade. Según las declaraciones de Dolores Herrera a un periódico local, la discusión que dio origen a la muerte de su esposo ocurrió después de que éste se presentase en la casa alterado por los comprimidos que tomaba para dormir. Soledad, en cambio, sostiene que los últimos que tomó fueron forzados.
Dolores Herrera ingresó ayer en prisión. Su hija permanece en un internado regido por religiosas. Los hijos pequeños están en la casa de Julia Herrera. El mayor, Rafael, está con Josefa, una de las hermanas del padre.
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