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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Turquía da un paso

EL ÉXITO del sí en el referéndum celebrado el domingo pasado en Turquía, si bien por un margen estrecho, significa un paso adelante en el camino de ese país hacia la recuperación de una democracia plena. Pone fin a una situación absolutamente anormal, incompatible con un Estado de derecho: hasta ahora, un artículo provisional de la Constitución de 1982 prohíbe a los dirigentes de los partidos existentes antes del golpe militar de 1980 realizar actividad política de cualquier género. Lo que ha votado una mayoría de ciudadanos turcos es que se ponga término a esa proscripción, devolviendo a unas 200 personas el derecho a tener una actividad política normal.Por su contenido, el referéndum no hace sino restablecer algo elemental en un país que pretende vivir en un sistema parlamentario. Pero hace falta situarlo en el marco de la evolución peculiar que ha conocido Turquía. Con un enlace geográfico sólo tangencial con Europa, su historia está enraizada en la del mundo musulmán. Después del hundimiento del imperio otomano en la Primera Guerra Mundial, la obra renovadora de Mustafá Keinal la convirtió en Estado laico. Fue un progreso histórico, que empezó a incorporarla a las corrientes europeas. Pero la marcha hacia la democracia nunca ha logrado liberarse en Turquía de una tutela militar, ejercida de forma más o menos abierta y violenta. El golpe de 1980 era el tercero en las dos últimas décadas. Desde 1983, Turquía ha iniciado una marcha lenta y compleja hacia la democracia, e interesa sin duda a todos los países europeos que se desarrolle con éxito.

En ese marco, la importancia del referéndum es sustancial. Por un lado, supone una derrota seria para el actual jefe de Gobierno, Turgut Ozal, escogido por los militares para pilotar el lento restablecimiento de un sistema democrático. Por otro, sus efectos introducirán inevitablemente cambios en el sistema de partidos que ha funcionado hasta ahora, y gracias al cual Ozal dispone en el Parlamento de mayoría absoluta. Es sintomático que el jefe del Gobierno, antes incluso de conocerse los resultados del referéndum, haya anunciado elecciones anticipadas en el próximo mes de noviembre. Con esta decisión pretende reducir al mínimo el tiempo de que podrán disponer los políticos proscritos hasta ahora para hacer acto de presencia en la vida pública y para potenciar, con su actividad personal y directa, a los diversos partidos de la oposición.

En todo caso, las próximas elecciones serán la primera confrontación, desde 1980, en que los partidos podrán medirse sin mutilaciones discriminatorias, presentando cada uno a sus personalidades de mayor prestigio. No será una prueba fácil para Ozal, que ha creado el Partido de la Madre Patria utilizando sobre todo el aparato del Estado, sin tradición ni ideología propia. La principal amenaza para él está representada por el retorno a la política de Suleimán Demirel, líder populista de la derecha, que ocupaba la jefatura del Gobierno cuando tuvo lugar el golpe militar. Para borrar las secuelas de éste, tiene más títulos que Ozal. Ambos están condenados a disputarse un mismo electorado conservador, de derecha, y el balance de la política económica del Gobierno no es particularmente favorable.

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Por otra parte, sería erróneo imaginar que existe en Turquía un respeto efectivo de las libertades democráticas. La libertad de prensa sufre graves limitaciones. Los sindicatos están sometidos a fuerte vigilancia. Sigue ejerciéndose una persecución dura contra los comunistas y contra otras personas sospechosas de serlo. Las violaciones de los derechos humanos arrojan un balance estremecedor. En este marco, sería lógico que la izquierda, sometida por los militares a formas de represión o de discriminación, cerrase filas para incrementar su influencia. Pero no ocurre así. Se halla debilitada, no sólo por las medidas del poder, sino por el enfrentamiento de dos partidos y dos líderes, el Populista Socialdemócrata, encabezado por Erdal Inonu, y el de Izquierda Democrática, cuya dirección será asumida ahora por su auténtico dirigente, Bulent Ecevit.

Turquía ha avanzado hacia la democracia por pequeños pasos que han ido acarreando otros. El sí del referéndum y la convocatoria de elecciones abren una etapa de actividad política más libre que hasta ahora. Con un futuro por ahora indeciso.

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