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Ninguna mayoría clara emerge de las elecciones en Dinamarca

Una situación confusa emergió de las elecciones generales celebradas ayer en Dinamarca, donde ni la coalición de centro-derecha en el poder ni la oposición de izquierdas parecían estar en condiciones de disponer de la mayoría necesaria para gobernar a menos que concluyan alianzas hasta ahora descartadas por sus dirigentes.

Algunos observadores señalaban que la inestabilidad del nuevo Gobierno sería tal que su jefe, cualquiera que sea, se verá obligado en breve a convocar nuevos comicios anticipados, como hizo en agosto el actual primer ministro, Poul Schlueter, erróneamente convencido de que las ganaría.Esta inestabilidad desmiente, primero, los pronósticos de los institutos de opinión pública, que en todos sus sondeos vaticinaban una corta victoria de la coalición encabezada por Schlueter y supone también un pequeño revés para la Comunidad Europea, cuya labor resultará acaso perturbada al estar actualmente presidida por el Gobierno de un país que estará probablemente más preocupado por consideraciones de política interior que por su labor en el seno del club de los doce.

Escrutado casi el 80% de los sufragios, la coalición de cuatro partidos que ejercía el poder perdía siete escaños, y con la ayuda de los radicales-liberales -que la respaldan con 12 diputados pero no entran en el Gobierno- obtiene 82 mandatos sobre un total de 179 en el Folketing (cámara única).

Con el apoyo del llamado Partido Progresista, Schlueter lograría una corta mayoría de un escaño en el Parlamento, pero está por ver si el primer ministro y sobre todo sus aliados radical-liberales aceptan asociarse con una formación cuyo principal dirigente, el abogado Mogens Glistrup, cumplió una condena a cuatro años de cárcel por fraude fiscal y que sigue, por ejemplo, justificando la evasión de capitales. "Es muy dificil que trabajemos con gente que incita a transgredir las leyes", afirmó el primer ministro.

El recambio

Aunque esta asociación con el ex reo no prospere, la izquierda tampoco puede disponer fácilmente de una mayoría de recambio. El líder socialdemócrata, Anker Joergensen, ha repetido hasta la saciedad que no intentará formar Gobierno si su partido no registra avances, y, aunque sigue siendo el más numeroso, se sitúa por primera vez por debajo del 30% y ha perdido dos escaños.Si cambia de parecer, Joergenssen dispondrá sobre el papel de 85 escaños, gracias sobre todo al auge de los socialistas populares, que con un 14,5% ganan nada menos que cinco escaños y se convierten en la tercera fuerza política del país, y en menor medida a la aparición del Partido del Rumbo Común. Integrada en su mayoría por disidentes comunistas, pero cercana a las tesis de ese partido, la nueva formación consigue franquear la barrera del 2%. que permite estar representado en el Folketing.

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Durante largo tiempo, Joergenssen rechazó los llamamientos de los socialistas populares para formar un Gobierno de coalición en caso de victoria, pero, sin llegar ahora a aceptarlos, no descarta ya algún tipo de colaboración. Queda por ver si esa cooperación entre las dos formaciones de izquierdas será duradera, porque sus divisiones sobre temas como la OTAN, de la que los socialistas populares desean sacar a Dinamarca, les dividen profundamente.

Al margen de los errores de los institutos de sondeo el resultado de los comicios supone también un fracaso limitado del partido conservador que dirige Schlueter y que pierde cuatro escaños. Este retroceso del segundo partido del país es tanto más sorprendente por cuanto el primer ministro ha cosechado algunos éxitos en materia económica, empezando por la reducción del paro y de la inflación, así como la supresión del déficit presupuestario. La hipótesis más probable era ahora, en opinión de los observadores, que Schlueter no dimita y espere a la votación en octubre del presupuesto para el próximo año fiscal. Una derrota sobre este tema acabaría convenciéndolo de la necesidad de renunciar al cargo, pero entonces la izquierda tendrá que demostrar que es capaz de proponer una mayoría de recambio.

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