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El encuentro de los líderes de las dos Alemanias, marcado por el realismo

" República Federal de Alemania (RFA) recibió ayer, por primera vez desde la II Guerra Mundial, a un máximo dirigente de los 108.178 kilómetros cuadrados de territorio alemán que hace 38 años se convirtieron en la República Democrática Alemana (RDA). El jefe del Estado de este país comunista, Erich Honecker, fue recibido ayer en Bonn por el canciller democristiano, Helmut Kohl, y por el presidente de la RFA, Richard von Weizsaecker, con todos los honores. Por vez primera en la historia, la bandera de la Alemania del Este, con su martillo y su compás, ondeó ayer en la cancillería federal. El realismo presidió las declaraciones políticas de Honecker y sus anfitriones.

Honeeker, nacido hace 75 años en el pueblo de Wiebelskirchen -incluido en su itinerario por la RFA-, dejó bien claro, nada más tomar tierra en el aeropuerto de Bonn, que la reunificación de las dos Alemanias no se encuentra entre sus objetivos políticos. Con igual claridad, pero en sentido contrario, se expresaron los dirigentes de la RFA. No obstante, sus divergentes posturas no empañaron, más bien realzaron, la importancia histórica de esta visita, que, de haberse realizado con un Gobierno socialdemócrata, habría levantado las iras de la derecha.La normalidad, informa Herman Tertsch desde Bonn, presidió ayer el inicio de este viaje excepcional, que abre un haz de esperanzas para Europa. La eliminación de los misiles nucleares de alcance intermedio, a punto de ser acordada entre las superpotencias, fue uno de los puntos en que coincidieron los políticos de las dos Alemanias.

La creencia compartida de que es imprescindible profundizar en el proceso de distensión entre la Alemania comunista y la Alemanla capitalista llevó a Honecker y a sus anfitriones a hacer gala de un gran realismo en sus intervenciones.

En la cena que Kohl le ofreció a Honecker se vivieron momentos de crispación cuando el primero criticó el muro de Berlín y la violación de los derechos humanos en la RDA. Honecker dejó a un lado el discurso que tenía preparado para recordar a sus anfitriones que "el capitalismo y el comunismo son tan irreconciliables como el fuego y el agua".

Páginas 2 y 3

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