González acumuló optimismo tras medirse con Cran y Bile en la semifinal de 1.500
José Luis González ya está por segunda vez en una gran final. Y a su alcance tiene subir a un gran podio, el de los Mundiales. Ayer logró el pase a la final de los 1.5% metros sin dificultades, con Cram a su izquierda y Bile a su derecha, y acumuló nuevo optimismo. Los tres son los candidatos a las medallas. José Manuel Abascal, en cambio, quedó eliminado en la semifinal de 5.000 metros. Tuvo un parón en su puesta en forma y ayer lo acusó. Durante toda la carrera anduvo mal. Nunca tuvo oportunidad de clasificarse. Abel Antón sí logro un puesto para esta final, mientras Teófilo Benito no pasó a la de 1.500.
La semifinal de González era complicada porque sólo tenían y garantizada la final los cinco primeros. Había tres hombres rápidos por encima de todos (Cram, González y Bile), pero las múltiples tácticas de una carrera de 1.500 metros podían complicarse la final. Luego les salieron las cosas mejor de lo que creían. "Para la final firmo que se gane con 3.35 minutos", afirmó González. Ayer se corrió en ese tiempo.Fue, por tanto, una carrera rápida, casi espectacular, en la que el turco Ozturk y el keniano Chesire, interesados en un ritmo rápido para buscar la clasificación por mejores tiempos, hicieron recordar las liebres de las reuniones veraniegas. Estiraron la carrera, la lanzaron y al final las figuras tomaron el relevo para buscar la gloria. Sólo que en esta ocasión la última escenificación no se representó; se hará el domingo, en la final. Entonces, Cram, González y Bile no podrán reservarse, ni mirarse entre ellos, cruzándose miradas de complicidad, dándose a entender que ya no hay necesidad de correr más para llegar al acto final.
Todo resultó sencillo en la semifinal porque Ozturk salió a imponer un ritmo vivo, que luego, naturalmente, pagó. Como si todo estuviera ya preparado, a los 800 metros tomó el relevo Chesire, para que continuara la intensidad de la carrera. Pasó los 1.000 metros en 2.28 minutos. González, Cram y Bile, por este orden, esperaban todavía que llegara el momento de salir a escena. Cram fue el primero que se decidió, a falta de 300 metros, y González le siguió: "Tenía que coger su estela porque me llevaría a la meta". Desde atrás, Bile remontaba posiciones. A la salida de la última curva eran seis los atletas en cabeza. De ahí sobraba uno, que quedaría a la espera de entrar en la final si el ritmo de la siguiente semifinal no superaba a la de la que corrían.
Como se había corrido muy rápido, los atletas menos rápidos que aún buscaban un lugar entre los protagonistas tuvieron que ceder el sitio a éstos en cuanto cambiaron de ritmo. Emergieron Cram, González y Bile, mientras Chesire, Scott y Kulker descomponían el gesto en un sprint en el que ya no podían ir más revolucionados. Los tres llegaron a la final, porque tanto Kulker como Geoffrey se beneficiaron del ritmo rápido para ser finalistas por mejores tiempos.
González ya es un candidato claro al podio. En la semifinal no tuvo problemas -"controlé toda la carrera y me vi muy relajado"-, y ahora en la final, de cuya espera dice que "esto es como un parto". Promete "luchar para ganar, pero luego lo mismo soy séptimo. Ganar una medalla en estos Mundiales es un éxito. Vamos, hay que hacerle un monumento a quien lo consiga, por el nivel que hay". Está convencido de que el domingo Cram adelantará su ataque: "Saldrá a falta de 500 o 600 metros porque sabe que competirá contra dos hombres que le pueden resultar muy peligrosos al final".
En la otra semifinal, Teófilo Benito quedó eliminado. Fue una carrera en la que se fue a ritmo más lento y todos los atletas se jugaron la clasificación por puestos. No hubo más sorpresa que la eliminación del irlandés O'Sullivan, campeón mundial de la distancia en pista cubierta, y se clasificaron los hombres de más rápido final, Herold, Spivey, Cheruiyot, Jalifa e Hillardt. Benito estuvo lejos de ellos en el sprint.
Abascal
En las semifinales de 5.000 metros, Abascal no gozó de la más mínima posibilidad de clasificación. Corrió la segunda, en la que hubo un ritmo mucho más rápido que en la primera, con Tracy, dos veces campeón mundial de cross, y Ngugi, actual campeón, interesados en ello. A los tres kilómetros, el paso era inferior en ocho segundos (8.05 por 8.13) a la carrera anterior, y Abascal comenzó a acusarlo. Había un grupo estiradísimo de 14 atletas, y Abascal cerraba el grupo. "Corría en esos momentos con el corazón porque físicamente no iba bien. En el atletismo no hay milagros, y cada uno vale lo que se entrena. Yo tuve la desgracia de estar 15 días sin poder entrenarme cuando estaba en la puesta a punto. Vine a Roma con la confianza de si podría recuperarme en los últimos días, pero era imposible".
Abascal quedó fuera de carrera cuando aún faltaban dos kilómetros. Aceptaba el riesgo que asumió de venir sin una preparación óptima: "Mi única preocupación es no haber podido defender mejor la camiseta española. Por lo que a mí respecta, acepto el resultado porque en esta vida tiene que haber de todo".
El buen resultado fue para Abel Antón, que logró la clasificación para la final del domingo en los últimos metros. Había que estar entre los cinco primeros y lo consiguió. Por lo pronto logró encarar la última recta en el grupo de ocho corredores que se iban a disputar las posiciones. No entró bien colocado, pero su buen final le permitió remontar hasta el quinto lugar, justo el que necesitaba, cuando la carrera ya se acababa. Auita, Domingos Castro, O'Mara y Maree fueron los únicos que le precedieron. Auita se dejó llevar hasta el final y acabó enfadado con Rousseau. No acostumbrado a correr en grupo, sufrió un corte en la pierna por los clavos de las zapatillas del corredor belga y le reprochó su forma de correr.
Antón sabe que la carrera de mañana será muy distinta. Que Auita saldrá lanzado, alguien le intentará seguir y él puede quedar en terreno de nadie. Tiene tiempo para pensar la estrategia: "No sé cómo saldré, pero quiero un buen puesto en la final, aunque creo que con llegar a ella he cumplido".
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