Abuso y falacia
Nuevamente ha cobrado actualidad Perú, siempre por tristes razones. Se escribe mucho acerca de ese país, pero se dice poco o nada. Desgraciadamente en este caso, la visión de la Prensa europea suele ser maniquea: o izquierda o derecha, o buenos o malos.Hay que comenzar aclarando que bajo ningún punto de vista es una democracia. No puede ser democrático un país en donde el acceso a las zonas militarmente ocupadas es imposible, donde la información de lo que allí ocurre es nula y, peor aún, donde cada tanto desaparecen, tras ser torturados, decenas de seres humanos. El Gobierno de Alan García no es ni de izquierdas ni de derechas: es populista y demagogo.
Mientras nuestro presidente sale al balcón a hacer demagogia, en la Sierra Central mueren como moscas los campesinos a manos de perfectos anónimos, o de hambre y tuberculosis los pobladores de las barriadas limeñas. Esto, claro está, no es lo que protesta
Vargas Llosa. La preocupación del escritor no está centrada ni en el asesinato ni en la indigencia de los miles: se dirige a defender las arcas de una pandilla de banqueros, un reducido grupo de familias que hace un par de siglos se adueñaron del país.
Así pues, la contienda verbal, los mítines y el show internacional de Vargas Llosa y Alan García pueden buscar sus últimas consecuencias, pero, gane quien gane, el destino de Perú seguirá marcado por el abuso y la falacia.-
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