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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Curas casados.

EN ARICCIA, a las puertas de Roma, muy cerca de Castelgandolfo, palacio estival del Papa, acamparon la semana pasada casi dos centenares de sacerdotes casados, con sus mujeres e hijos. Celebraban el III Congreso o encuentro, experimental de la Federación Internacional de Sacerdotes Casados, que asocia a unos 20.000 presbíteros secularizados y entre cuyos propósitos figura el de trabajar para que el Vaticano les permita seguir ejerciendo su ministerio sin renunciar a su nuevo estado de vida. Alrededor de 80.000 en todo el mundo se han visto obligados a dejar de administrar los sacramentos en sus respectivas comunidades -por no estar de acuerdo con la actual disciplina del celibato obligatorio en la Iglesia latina. Sería injusto reducir sus problemas a su intimidad sentimental. Desde el concilio han surgido en la Iglesia movimientos laicales y un modo nuevo de valorar lo humano, especialmente el amor conyugal. El poder de los clérigos ha sido históricamente germen de grandes problemas en la Iglesia, que no logra integrar la acción de los seglares y su experiencia laica.Durante la misma semana, en Rímini, una de las playas italianas más lujosas del Adriático, tenía también lugar el mitin anual que organiza el movimiento Comunión y Liberación, que logra reunir a más de medio millón de jóvenes. Este año se ha definido más claramente en sus objetivos políticos y en el mundo de la economía. Han intervenido en el estrado banqueros como Piero Cárucci, presidente de la banca italiana; Ebraim Shiata, vicepresidente de la banca mundial; empresarios como Mercegaglia y Gardini, de la industria del acero, y ministros como Pandolfi (Agricultura) y Galloni (Educación). Se han recibido mensajes laudatorios del papa Wejtyla, del presidente Reagan y del Dalai Lama. No se ha disimulado el esfuerzo para presentar el desafío de una fuerza católica capaz de manejar los resortes del poder político, social y económico. En Rímini se vivía el entusiasmo de una Iglesia capaz de hablar a la sociedad. Lo de Ariccia, en cambio, no ha pasado de ser una presencia testimonial de curas incomprendidos, ante los que el Vaticano ha guardado el más profundo silencio.

Una de las grandes cuestiones debatidas hoy en la Iglesia católica es la relación entre fe y cultura. Y dentro de ella es obvio que se planteen las diversas formas de comprender la realidad o de vivir la fe en el mundo de hoy. ¿Pertenece a la esencia del sacerdocio la vida celibataria? La Iglesia católica oriental y la tradición más antigua desmienten esa posible relación

,necesaria. Los curas casados pretenden enriquecer con su experiencia el ejercicio de su ministerio. La secularización, como proceso social y político, no tiene por qué arrastrar necesariamente a la descristianización. La entrega al servicio del hombre, el amor de la pareja y la paternidad librarían a muchos sacerdotes de su soledad. Los que han optado legal o ilegalmente por el matrimonio no tendrían hoy que sufrir el tratamiento de seglares de segunda categoría.

Las encuestas demuestran, aun en España, que son mayoría los católicos que comprenderían el matrimonio libre de los sacerdotes. Y aun entre los mismos obispos no faltan testimonios muy significativos en favor del celibato opcional. En todo caso, raro será el prelado que no considere injusto el trato que la Iglesia oficialidad a los sacerdotes casados. Un laicado fuertemente organizado y sumiso a las órdenes de la jerarquía católica pedían los de Comunión y Liberación. Una Iglesia más integrada que se toma en serio la experiencia de los seglares postulaban los curas casados. Indudablemente el poder, la presunción de fidelidad y el aplauso de la Iglesia oficial han sido acaparados por Rímini. Pero el testimonio silencioso y la realidad hiriente de estos sacerdotes marginados seguirá gritando en el ámbito del mundo católico.

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