Sergei Bakhta,
Un campesino de Krasnoyarsk, en la Siberia soviética, encontró hace cuatro meses a un osezno hambriento y perdido en el bosque. Lo recogió, se lo llevó a su casa y le puso de nombre Dasha. Más tarde se lo regaló a los miembros de una expedición checa que recorría el río Yenisei. Y el pasado domingo Dasha fue subido a un avión de pasajeros en Moscú y junto a los expedicionarios checos viajó hasta Praga. Cuando aún sobrevolaba territorio soviético, el osezno echó una última mirada por la ventanilla a su tierra, como cualquier pasajero.
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