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El buen gusto de Juan Mora

Benítez Cubero /J. A. Campuzano, Ortega, MoraGONZALO ARGOTE Hasta ahora la plaza de La Malagueta no se ha llenado ni con mucho en ninguno de los tres festejos que llevamos celebrados. Ayer tuvo lugar la entrada más floja, pues apenas se cubrió medio aforo. Terna que debe hacer pensar si la fecha adecuada para esta feria es el mes de agosto, cuando muchos malagueños se han ido de vacaciones y los veraneantes de las famosas localidades de la Costa Oeste del Sol difícilmente vienen a los toros.

José Antonio Campuzano salió con gran decisión y estuvo toda la tarde buscando denodadamente el triunfo. No lo consiguió en su primero, en parte por matarlo de un bajonazo, y en parte por haber alargado excesivamente la faena.

Toros de José Benítez Cubero, bien presentados, con poca fuerza y que dieron buen juego

El primero, devuelto a los corrales. Se corrió el turno y salió en cuarto lugar un sobrero del Marqués de Domecq. José Antonio Campuzano: vuelta y palmas. Ortega Cano: ovación en ambos. Juan Mora: ovación y oreja. Tercera de feria. La Malagueta, 18 de agosto.

Hemos escrito alguna otra vez que a la banda se le acaba el pasodoble cuando torea José Antonio. Empezó el de Gerena toreando muy bien a su primero con el capote a la verónica y por chicuelinas, e inició la faena con hermosos ayudados por alto para continuar con sendas series sobre ambas manos, con sosiego y temple.

Público caliente

En ese momento, con el público caliente, debió entrar a matar, pero no lo hizo así, y continuó hasta que la banda acabó el pasodoble. En el cuarto, estuvo muy decoroso, pero el toro se vino muy pronto abajo.

Ortega Cano trató de cuidar a su primero con la muleta a media altura, y así lucía mucho menos su labor. En cuanto intentaba bajarle la mano, el toro se desplomaba. Se trocó la emoción del arte de torear por la lástima hacia el toro.

En el quinto, también muy escaso de fuerzas, Ortega no se acopló con él. Estuvo el cartagenero muy bien con el capote, labor que ejecutó en ambos toros, una vez se habían marchado los picadores, ya que con el toro monovara no hay tercio de quites posible.

Juan Mora salió dispuesto a demostrarle a los taurinos que es un torero con arte y que torea mucho menos de lo que se merece. En ambos toreó con mucho gusto, muy despacio. Construyó ambas faenas, fundamentalmente, sobre la mano derecha. Las mejores verónicas de la tarde a él hay que atribuírselas en el sexto toro. Al no acertar con la espada en su primero su labor no obtuvo el oportuno premio, que sí alcanzó en su segundo al cobrar una estocada que bastó.

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