_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La destrucción de las últimas culturas

Muchas veces nos preguntamos cuál es la razón por la que la sociedad occidental aniquila a las minorías étnicas y, quizá, tengamos que buscar la respuesta en la misma naturaleza. El fuerte puede con el más débil, y la historia de las civilizaciones nos enseña que desde que el hombre se organizó en sociedad ha venido sucediendo muchas veces así. El totalitarismo empieza con la uniformidad cultural, coartando la individualidad y la libertad de los grupos tribales minoritarios para ejercer formas más sutiles de control social; en definitiva, de poder.Desgraciadamente para el hombre, desde la antigüedad hemos aniquilado razas enteras, hemos terminado con culturas, con religiones y con cualquier cosa que no entendíamos. Todavía desconocemos el precio que habremos de pagar por ello. Sin embargo, las ciencias sociales nos enseñan a creer en el hombre, y hoy, en los albores del año 2000, el espíritu debe luchar contra la bestialidad salvaje de la supuesta sociedad civilizada.

Lo cierto es que el Hombre Moderno no sabe ya a dónde va, y una visión global de nuestro planeta nos enseñará los problemas de nuestra sociedad: cada día mueren de hambre 100.000 personas; el 25% de la población de Japón en el año 2000 tendrá más de 65 años; la polución hace que la capa de ozono, que protege la atmósfera de los rayos del Sol, esté presentando filtraciones en la Antártida, con consecuencias incalculables en el ecosistema; la tasa de suicidios sube alarmantemente en Europa; la criminalidad aumenta exponencialmente en nuestra sociedad debido a la gangrena de la droga, que mina a la juventud; el paro alcanza a un 25% de la población activa.

Un delicado equilibrio

Otras culturas, las de "ellos", los indios muchas veces peyorativamente apodados como primitivios, tribales o no mecánicos, han comprendido que el hombre forma parte de la naturaleza y debe vivir respetándola e integrándose en ella, para así conseguir la felicidad de sus individuos. Estas culturas saben que si rompen el delicado equilibrio de! cosmos, si rompen el ritmo secular de la vida, todo caerá abajo y el mundo será destruido. Sus sociedades tienen mecanismos reguladores de sus economías y frenos que limitan su expansión, un sistema complejo que evita que estas culturas caigan en muchos los problemas que nosotros sufrimos en la médula de nuestra civilización.

La cosmovisión de todas estas culturas se defiende con una compleja mitología que tiene mensajes en clave que la antropología social descifra y que mantiene un delicado equilibrio social; diversos arquetipos y un complejo mundo ritual permiten al individuo tener una vida libre y feliz, integrado en delicado equilibrio con la madre naturaleza, a la que todos ellos veneran.

Estas sociedades intuyen que con la industrialización entendida como hasta ahora lo entienden los blancos, perderán su felicidad, y ese bien tan preciado, esa palabra muchas veces desprovista de contenido en la sociedad blanca es para ellos el centro de sus vidas, algo que no están dispuestos a vender por nada.¿Quién sabe entender mejor LA VIDA?, deberíamos preguntamos. ¿Nosotros o ellos?

Pero la respuesta está en la historia, y el simple planteamiento de la pregunta nos aterroriza y por eso los destruimos desde hace siglos, queriendo con este genocidio acallar la implacable voz de nuestra conciencia, que desde el fondo del alma nos dice que podemos estar equivocados.

Los indios miskitos, en Nicaragua, ven invadidos sus territorios y sus líderes amenazados por el Gobierno sandinista. En Luzón, Filipinas, los pueblos alta de la cordillera llevan 30 años resistiéndose a la entrada del ejército a sus zonas ancestrales, siendo bombardeadas sus aldeas. En Colombia, los indios Páez del distrito Cauca son perseguidos por la guerrilla revolucionaria, que quiere utilizarlos como estandarte, y por los terratenientes locales, que usurpan sus tierras para explotar sus riquezas.

En Brasil, la nación yanomana, de más de 16.000 miembros, ve sus tierras invadidas y sus individuos asesinados por los buscadores de oro y las compañías multinacionales que explotan concesiones otorgadas por el Gobierno, violando la Constitución.

Los indios pataxo, también de Brasil, son heridos y asesinados por asesinos a sueldo de compañías privadas y por la policía militar. Las invasiones de tierras en el río Negro hace que los indios boniwa se defiendan en el Ikana de los ataques a sus tierras realizados por las compañías mineras de oro. En el área de influencia del proyecto Polonoeste, en el valle Corubiaru, tribus aisladas pertenecientes a la familia nambiguara, son objeto de agresión por el hacendado Antonio Vileles, entre otros muchos. Las 16 reservas indias de Brasil ven sus tierras violadas y sus habitantes son objeto de vejaciones de los derechos más elementales. Un largo etcétera reúne las violaciones de las tierras de los indios, la polución de sus ríos y el destrozo de sus culturas. ¿Y todo ello, para qué?

¿Quién asesinó a los 4.000 altiros Waimiri Atroari de Brasil? Hoy sólo quedan unos pocos representantes de esa cultura. De los kreen akarore sólo restan marginados y malnutridos. La última superviviente de la cultura ona murió en Argentina el año pasado. Con el aniquilamiento de estas tribus termina una cultura y todo lo que en ella subyace de sistema de vida, religión o concepción del mundo.

La farmacopea

Hoy en día, el hombre blanco se está dando cuenta de que, por ejemplo, el conocimiento de la farmacopea de los indios le puede resultar muy útil, y de ahí el proyecto británico Raleigh, que pretende investigar la utilización de las hierbas por parte de los indios, o el proyecto de Bioresources, Ltd., de informatizar las especies amazónicas.

Los indios kapayos, de Brasil, recogen frutos de 250 plantas, la mayoría de las cuales son desconocidas por la botánica occidental. En Asi, los curanderos locales utilizan más de 6.000 plantas, asimismo desconocidas en su mayoría por nuestra ciencia.

La tubocuranina, derivado del veneno indio amazónico curare, se emplea hoy en la medicina, e igualmente se podrían utilizar en otras aplicaciones las 2.000 plantas de la selva subtropical, igual que la quimopapaira se sintetiza de la papaya, también utilizada por los curanderos y hoy muy empleada en neurocirugía moderna.

Desde la llegada de Colón al Nuevo Mundo, más de siete millones de hectáreas bosque tropical han sido destruidos, y de cinco millones de indígenas que había en Brasil en el siglo XV, hoy sólo quedan 120.000, perdiéndose, asimismo, las más de 1.300 especies vegetales que utilizan las tribus amazónicas, siendo absolutamente desconocidas para nosotros sus aplicaciones medicinales. Sin embargo, los indios las emplean como anaevolutivos, como antihistámicos o termorreguladores, entre otras muchas aplicaciones.

Los científicos hoy en día consideran que se extingue una especie salvaje natural de flora o fauna cada día. A este paso, en el año 2000 se habrá acabado un 25% de las formas de vida del planeta, el equivalente a 10 millones de años de evolución imperturbada....

Para el año 2000 (Myer) o el 2057 (Guppy), dos tercios de los bosques tropicales terrestres habrán sido desforestados por el hombre, y entonces ya no quedará ninguna cultura distinta a la nuestra: El mundo feliz, de Huxley, estará ya cerca.

Sin embargo, en Suramérica todavía existen 484 culturas indígenas distintas, la mayor parte de las cuales está integrada, absorbida por las mayorías nacionales. Cada una de ellas tiene su idioma, idiosincrasia, religión y manera de entender el cosmos, y todas ellas tienen un equilibrio con el mundo que les rodea. Brasil tiene 175 tribus, y los recónditos marañones del Amazonas esconden todavía tribus que no han tenido aún contacto con el hombre blanco. Colombia posee 150 comunidades indígenas; Perú, 64; Venezuela, 48; Paraguay, 17; Argentina, 14; Ecuador, 12, y Chile, 4. Muchas de estas comunidades y tribus están siendo integradas culturalmente, absorbidas por las mayorías nacionales, y otras están siendo objeto de ataques directos y genocidios.

El derecho a sus tierras y a que ellos mismos decidan su futuro es su más elemental reconocimiento histórico. Ellos decidirán cómo y de qué manera tomar el progreso de la sociedad occidental y si se integran o no en un mundo que no puede comprenderles. Muchas veces los demagogos pretenden utilizar a los indios: la izquierda, haciendo de ellos mártires de la lucha de clases, y la derecha, como obstáculo para el progreso de esas naciones.

El tesoro de los bosques

Los indios, por todo ello, saben que no, deben romper el equilibrio que la naturaleza les dio, integrándoles perfectamente en el cosmos. De alguna manera, su mitología les dice desde hace milenios lo que nosotros sabemos ahora: los bosques guardan el 50% de todas las formas de vida del planeta y cuatro quintas partes de la materia orgánica e inorgánica.

La cuenca del Amazonas y el Orinoco representan el 50% de todos los bosques del planeta, y ya sólo quedan cinco millones de kilómetros cuadrados. Allí viven cuatro millones de especies animales y vegetales, de las cuales solamente el 10%. son conocidas por nosotros y cada día nuestros proyectos megalómanos destruyen miles y miles de hectáreas, pagando un precio sin duda excesivo para los ruinosos resultados obtenidos con toda esta destrucción. Recordemos, entre muchos otros fracasos del desarrollismo tropical, el proyecto del río Jari, en el que el armador norteamericano Ludwig invirtió más de un billón de dólares, consiguiendo tan sólo cosechar unas pérdidas cuantiosísimas que obligaron a ceder dicho proyecto al Gobierno (un sinnúmero de fábricas de papel, fincas ganaderas, agrícolas, etcétera). Nadie habla hoy del precio tan alto pagado en muertes, genocidios, polución y desforestación para conseguir tan poco.

Por eso, uno de los mitos de las tribus amazónicas dice que el día que se terminen los grandes árboles que sujetan la bóveda celeste, todas las estrellas del cielo, incluido el Sol, caerán sobre todas las tribus de la Tierra. Este mito, como muchos otros, enseña a los indígenas a preservar la naturaleza, y al vivir en equilibrio con el medio natural, consiguen que toda su sociedad sea feliz y desconozca palabras como suicidio o depresión. ¿Por qué nosotros no intentamos aprender algo de ellos en lugar de destruirlos y sojuzgarlos, coartando su individualidad para así poder controlarlos mejor?

Survival International, organización internacional nacida en Londres en 1969, denuncia constantes genocidios y atentados contra estas culturas, perpetrados por personas y Gobiernos que se dicen democráticos y por otros que no lo son, y contribuye modestamente a solucionar estos problemas con sus campañas internacionales en los centros decisorios de poder mundial (Banco Mundial, FMI, etcétera).

Diego de Azqueta Bernar es presidente de Survival International España.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_