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La huida de la cultura

Hace veinte años, la sola evocación de la "cultura", especialmente cuando se hablaba de cultura general, bastaba para provocar risas y sarcasmos. Cultura y humanismo designaban todo lo que de mistificador había inventado la Universidad en siglo y medio.Los tiempos han cambiado mucho. El conformismo se desborda y la cultura se ha convertido en la vitamina C del hombre moderno. Se encuentra en todos los alimentos, y las agencias de viaje nos envian a hacer cola en todos los museos del mundo como soldados a la entrada del burdel. No es amor, desde luego, pero se le parece. Toda auténtica cultura nace de la rebelión y de la disidencia. Por eso nunca ha habido, ni nunca habrá, una cultura de masas. O bien la cultura sólo es ese instrumento de embrutecimiento colectivo que se ofrece todos los días a nuestros ojos y oídos, o bien debe identificarse necesariamente con el espíritu crítico si se quiere que siga conservando una razón de ser.

Que la "cultura" de los políticos sea la negación pura y simple de toda especie de verdadera cultura, que sea exactamente la anti-cultura, que señale infaliblemente el primado de la bestia sobre el homo sapiens, que, en una palabra, simbolice la formidable regresión intelectual que estamos viviendo, nada lo demuestra mejor que la bufonería por episodios que vivimos desde hace dos años en los medios audiovisuales.

15 de agosto

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