El SIDA es otra cosa

El pequeño spot que pasa por televisión para ayudar a la campaña de prevención del SIDA está perfectamente hecho; salvo que tiene escasa relación con la forma en que parece extenderse el retrovirus en España.Según las estadísticas mundiales, la transmisión de pareja bisexual es la más baja, y, según las españolas, aquí se difunde sobre todo por la aguja hipodérmica compartida para la droga -incluso con diferencia notable con otros países-, y, en segundo lugar, por homosexualidad. La idea del anuncio, en cambio, es la de transmisión hombre-mujer, o viceversa.

Relata la breve historia de un muchacho literalmente asediado por las chicas, que tratan de retenerlo; él corre a la farmacia, compra su preservativo y ya puede elegir una: la apertura de un paraguas sobre la pareja, al final, es una metáfora explícita. Están protegidos.

La narración aprovecha bien sus segundos: la creación española en este campo de la publicidad suele estar muy bien hecha.

Pero los objetivos no se cumplen. Las verdaderas formas de contagio del SIDA no aparecen, y el texto lo confunde con una enfermedad venérea -de venus-veneris, procedente de la diosa Venus: la mujer-, lo cual es un equívoco manifiesto.

Las enfermedades venéreas fueron una plaga hasta mediados de este siglo, hasta que el neosalvarsán primero y la penicilina después ayudaron a erradicarlas; reaparecen ahora como consecuencia de la sexualidad difusa, pero siguen siendo curables atajadas a tiempo, sobre todo en Occidente.

El SIDA no es específicamente venérea, y hasta ahora, en los cientos de miles de casos mundiales debidamente investigados, aparece como un contagio de sangre a sangre, y en menor medida por vía seminal.

El preservativo es altamente recomendado por todos los médicos que tratan de la prevención del SIDA, entre otras precauciones: el uso de la lejía y del agua muy caliente en los lavados de ropa, por ejemplo; la individualización de cepillos de dientes, la esterilización en las peluquerías y, lógicamente, en los dentistas y en otras intervenciones médicas; y no está bien que este spot caracterice esa profilaxis como propia de la relación hombre-mujer y la remita muy directamente a la juventud, casi a la adolescencia, con lo cual otras capas de la población que viven en lo que los médicos llaman grupos de riesgo no se van a ver sensibilizadas por él, y en cambio puede aterrorizar a personas que no están en ese grupo directamente, pero que tratan de hacer el amor con libertad.