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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La crisis del PRI

NO SE puede considerar como fenómeno marginal la aparición, en el seno del Partido Revolucionario Institucional (PRI) de México, de una Corriente Democrática que expresa las preocupaciones de sectores importantes del partido y está encabezada por figuras de indudable prestigio, como Cuauhtémoc Cárdenas, gobernador de Michoacán hasta hace 10 meses e hijo del legendario Lázaro Cárdenas, y Porfirio Muñoz Ledo, antiguo ministro de Trabajo y Educación y embajador en la ONU. El surgimiento de esta corriente refleja un desasosiego profundo ante la gravedad de los problemas económicos y sociales que tiene el país y la creciente incapacidad del partido gobernante para desempeñar el necesario papel de mediación entre el poder y una sociedad agitada por corrientes de insatisfacción y protesta.Al pedir que se abra el registro de los precandidatos para que el PRI pueda designar en una convención, con la participación de sus miembros, al candidato a presidente, con vistas a las elecciones de 1988, en las que el pueblo elegirá al sustituto de Miguel de la Madrid, Corriente Democrática ha atacado un punto muy sensible de la política mexicana. Esa petición, que parece elemental, rompe en México una norma no escrita pero impuesta por la costumbre y cuyo papel es decisivo en el sistema de poder que el PRI ha implantado a lo largo de los 58 años que lleva gobernando el país. En México, el presidente que termina su mandato designa a dedo a su sucesor: mantiene el nombre secreto -el tapado- hasta que decide descubrirlo, y entonces todo el aparato del PRI y del Estado se moviliza para imponer su elección.

Actualmente se sabe que el tapado de Miguel de la Madrid será uno de los tres ministros siguientes: Bartlett, de Interior; Del Mazo, de Energía y Minas, o el de Planificación, Salinas. Las consecuencias de este sistema son graves: no es posible una discusión pública entre los candidatos. No hay forma de juzgar sus méritos respectivos.

Al tomar la iniciativa de poner al descubierto un método tan obviamente corruptor y autoritario y proponer otra forma, más democrática, para designar al candidato, de acuerdo además con las reglas teóricas del partido, Corriente Democrática ha presentado a Cuautéhmoc Cárdenas como aspirante a la candidatura presidencial. Independientemente de lo que pueda dar de sí esta candidatura enfocada a la elección de 1988, no cabe duda que ha tenido un impacto político en sectores influyentes de la vida social de México. Y un eco en la Prensa internacional.

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Tanto desde la derecha como desde la izquierda, las graves violaciones de la democracia cometidas por el PRI han sido objeto de denuncias en numerosas ocasiones. Pero lo que ocurre ahora es un fenómeno nuevo en dos aspectos interesantes: primero, nace en el interior del PRI, reivindicando con títulos indiscutibles los orígenes y los ideales de éste. A la vez, se refiere a un punto concreto, el dedazo, hoy en candelero porque el tapado deberá descubrirse en un plazo breve para la elección de 1988. El reto para la dirección del PRI es serio. Las amenazas de expulsión contra Cárdenas no han sido llevadas hasta el fin. El silencio de De la Madrid es significativo. Es evidente que el PRI tiene medios sobrados de reducir el impacto de las posiciones defendidas por Corriente Democrática y de asegurar que la elección se haga como siempre. Los que simpatizan con la trayectoria de México y el significado histórico del PRI en el plano internacional se encuentran, sobre todo en los medios progresistas, particularmente sensibles a las exigencias de autenticidad democrática.

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