La Armada de Estados Unidos, impotente ante las minas desplegadas en el golfo Pérsico
JAVIER VALENZUELA, ENVIADO ESPECIAL, Varias minas a la deriva fueron avistadas en la mañana de ayer por buques mercantes frente a las costas de Arabia Saudí, a unos 100 kilómetros al sur de donde el pasado viernes el petrolero Bridgeton chocó con uno de esos artefactos. El golfo Pérsico parece infestado de minas, presuntamente colocadas por Irán. Frente a ellas -confiesan los marinos norteamericanos- poco puede hacer la imponente armada que Ronald Reagan ha desplegado en la región. Estados Unidos y la Unión Soviética han pagado el precio de su protección a los petroleros kuwaitíes con sendos incidentes causados por minas.
En Kuwait se cree que tales peligros han sido sembrados por los iraníes en las rutas marítimas por donde circula el crudo de este emirato, acusado por Teherán de sostener el esfuerzo de guerra iraquí.El Bridgeton, primero de los 11 buques kuwaitíes en adoptar bandera y escolta norteamericanas, chocó el viernes con una mina submarina situada no lejos de la isla iraní de Farsi, donde tienen una de sus bases las unidades navales de los pasdaranes o guardias revolucionarios iraníes. Farsi es una punta de lanza en la ruta que conduce al principal puerto petrolero kuwaití, el de Al Ahmadi.
El Mariscal Chuykov, uno de los tres petroleros alquilados, por la Unión Soviética a Kuwait, también resultó dañado por uno de esos artefactos la pasada primavera. Paradójicamente, se supo que buena parte de las minas usadas por los iraníes es de fabricación soviética y han sido vendidas por Corca del Norte.
Los tres buques de guerra norteamericanos que con tan dudoso resultado protegieron esta semana el viaje hacia Kuwait del Bridgeton y el Gas Prince emprendieron ayer la caza de minas. La fragata Crommelin, el acorazado Fox y el destructor Kidd navegaron hacia el Sur con sumo cuidado. Sus tripulaciones iban con el corazón encogido porque, como señaló Daniel Murphy, comandante de la nave capitana, el Kidd, "nuestra capacidad de detectar y evitar minas es más bien escasa".
La Crommelin encabezaba la expedición, dado que su sonar es el mejor del trío de buques de guerra. En un determinado momento localizó un objeto bajo el agua y toda la flotilla zigzagueó para evitarlo. Daniel Murphy re conoció a un grupo de periodistas norteamericanos que viajan en su nave que la capacidad para detectar minas de la actual armada estadounidense desplegada en el Golfo - 11 buques y 50 aviones- "es muy pobre". "No tenemos aquí los helicópteros y dragaminas necesarios", explicó, y a preguntas acerca del motivo de esa ausencia respondió: "No lo sé".
La mina que alcanzó al Bridgeton estaba colocada a unos seis metros de profundidad, y no se sabe si había sido sembrada hace tiempo o en la noche que precedió a la llegada al lugar del primer convoy norteamericano de protección de petroleros kuwaitíes.
Unidades navales de los pasdaranes efectúan este fin de semana maniobras en aguas de la región con el nombre de operación Martirio. No puede descartarse que una de sus actividades haya sido colocar minas en el camino que debía recorrer la flotilla con el pabellón del Gran Satán.
Táctica de la I Guerra Mundial
Don Kerr, especialista del londinense Instituto para Estudios Estratégicos, ha confirmado que "la colocación de minas, una táctica de la I Guerra Mundial, es muy efectiva en estos tiempos en que los buques están dotados de sensibilísimos sistemas de detección". "Es muy dificil", afirma Kerr, "que una nave no especializada pueda evitar chocar con una mina".
Las medidas de seguridad adoptadas el viernes, tras el incidente sufrido por el Bridgeton, fueron de una simplicidad que hace presagiar la repetición de sucesos semejantes. Los tres barcos de guerra que escoltaban el convoy se situaron delante del tocado Bridgeton y el Gas Prince, y los marines de a bordo se apostaron en las cubiertas con rifles y órdenes de disparar contra cualquier objeto sospechoso que vieran en el agua. "Éste es un sistema de la guerra de 1914", dijo el capitán del Fox.
Nuevas minas fueron avistadas ayer por buques mercantes que navegaban frente a las costas de Arabia Saudí, según noticias procedentes de Bahrain. Las minas erraban en la superficie de las aguas cerca de la plataforma petrolera de Abu Saafa, a unos 50 kilómetros de distancia de la importante terminal saudí de Ras Tannarah. Al parecer, esos artefactos viajaban desde hacía semanas o meses hacia el sur del Golfo arrastrados por la corriente.
La colocación de minas en las rutas de los petroleros kuwaitíes ha sido calificada por diplomáticos norteamericanos en el emirato de "diabólica jugada iraní". Incapaz de soportar una abierta confrontación bélica con Estados Unidos, la República Islámica está usando un sistema que hace muy difíciles las represalias. "Sospechamos que la mina que tocó al Bridgeton fue colocada por los iraníes, pero no podemos probarlo. Estamos con las manos atadas", dijeron esas fuentes.
Varios especialistas inspeccionaron ayer el agujero abierto en la cubierta del Bridgeton, anclado en las afueras del puerto kuwaití de Al Ahmadi. El Bridgeton, de fabricación japonesa, de 336 metros de largo y 70 de ancho, es uno de los petroleros más grandes del mundo. Es capaz de contener tres millones de barriles, la, producción total kuwaití de tres días. Con ese combustible, un millón de automóviles pueden hacer 150 kilómetros.
Pese a los daños sufridos, el Bridgeton cargará crudo kuwaití en los próximos días y lo transportará a las afueras del puerto de Jor Fakkan, en los Emiratos Árabes Unidos.
A dique seco
Allí otro petrolero se hará cargo de la mercancía, mientras el buque tocado pasará a dique seco en algún lugar de Bahrain o Dubai. El Gas Prince, por su parte, transportará butano y propano a Japón.
El viaje de ambos buques kuwaitíes con bandera norteamericana hacia las afueras del golfo Pérsico será aún más peligroso que el de ida, porque el daño causado por la explosión de una mina es mucho más serio si la nave va cargada.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.