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Felipe González ofrece a patronal y sindicatos que definan con el Gobierno un proyecto de sociedad

El Gobierno está dispuesto a aceptar cualquier tipo de acuerdo con sindicatos y patronal, siempre que se estuviera de acuerdo en la definición conjunta de un proyecto económico y social. El presidente Felipe González, en una entrevista con la Agrupación de Periodistas de Información Laboral (APIL), aseguró que, si lo que él ofrece en España lo ofrecieran otros dirigentes de otros países, los sindicatos "saltarían de alegría". El presidente del Gobierno afirmó que está dispuesto a negociarlo todo, y animó a los interlocutores sociales a criticar su política económica, pero corresponsabilizándose de ella.

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El Gobierno aplicará la misma política económica con o sin acuerdo. Los objetivos son los mismos, afirma Felipe González. Si hay acuerdo con sindicatos y patronal, será más fácil poner en marcha los mecanismos que permitan alcanzar los objetivos que, en su opinión, ha de marcarse España respecto a Europa: mayor competitividad y mayor empleo.Dice Felipe González que, en definitiva, hay dos formas de hacer las cosas cuando se gobierna: imponiéndolas con la legitimidad que dan las urnas, o por consenso. El prefiere, claro, la segunda, y en este sentido intenta que los interlocutores sociales se sientan copartícipes de esa política que, él, personalmente, está convencido que es la mejor que en estos momentos puede llevarse a cabo.

Aceptar los errores-

De todas formas -y de ahí su oferta- está dispuesto a discutirla y a aceptar que hay errores que pueden subsanarse. Está convencido que si en cualquier país del mundo se ofreciera una oportunidad semejante a los sindicatos, "saltarían de alegría". Por eso no entiende muy bien las reticencias sindicales a abordar unas conversaciones que él, al menos, plantea de forma abierta y sin condiciones previas.

Los únicos condicionantes serían los que marcara la situación económica. Y cuando alguien le puntualiza que, en definitiva, lo que propone es negociar sobre la idea de que "no hay más cera que la que arde", el presidente puntualiza que no es verdad, porque él cree que España tiene un potencial extraordinario y que se trata de descubrir nuevas posibilidades.

Pero de todas formas, sí matiza que hay que discutir con las cuentas del Reino sobre la mesa. En su opinión hay que dejarse de teologías, de literatura, y entrar en las matemáticas. Las matemáticas ayudarían a saber que si se aumenta una partida determinada -por ejemplo, el desempleo- hay que bajar otra que, posiblemente, tenga sus repercusiones negativas en el mismo empleo. Porque todo va relacionado. Y eso, dice, hay que explicarlo así de claro, aunque sea más fácil ceder a la tentación demagógica y poner en marcha medidas que a la larga resultarán mucho más perjudiciales para la sociedad en su conjunto y para la clase obrera en concreto.

El presidente cree que el Gobierno socialista está aplicando la mejor política y la que más beneficia a los más desfavorecidos. Se trata, pues, de marcar las prioridades. Y eso es lo que ofrece: abrir unas negociaciones que dibujen las prioridades que hay que mantener de aquí al final de la legislatura. En el fondo un proyecto social a tres años. Explicándolo todo, porque si no, dice, si no se explica la realidad, se está manteniendo la creencia de que los Reyes Magos existen. La primera prioridad para Felipe González es la del empleo.

¿Y si no hay acuerdo? Si no hay acuerdo no pasará nada, porque él seguirá explicando a la sociedad su propia responsabilidad. Y la responsabilidad de cada uno. Pero la política que aplicará, si el pacto no se consigue, será la misma. Exactamente la misma con la que ganó unas elecciones. Sólo los mecanismos pueden ser distintos.

El presidente del Gobierno afirma no creerse en posesión de la verdad. Y está dispuesto a discutir una alternativa a su política. Hasta ahora, dice, nadie ha presentado ninguna. Él sabe que ha apostado fuerte. Pero no tiene miedo alguno a que si fracasan los intentos de concertación, alguien diga que él personalmente ha fracasado. Está convencido de que su oferta es positiva, lógica y razonable. Tanto que sería absurdo no aceptarla. Y si ello ocurriera, no sería por su culpa.

Felipe González es partidario del diálogo social. Y prefiere que sea a largo plazo, que se prolongue durante el resto de la legislatura. No está dispuesto a renunciar a ello. Y si los sindicatos quieren que el acuerdo sea a un año, pues a un año. Pero siempre que todos estén de acuerdo en el mismo proyecto, en los mismos objetivos. Siempre que ese acuerdo sea coherente con el conjunto, y quepa en los estrechos márgenes de maniobra que dejan unos Presupuestos de un país modesto. Como dice el presidente: "En los márgenes estrechos es donde se define una política".

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