Cortes de suministro de gas ,electricidad y bloqueo de líneas de telefónicas , secuelas de la tromba de agua
La tormenta que cayó sobre Madrid en la tarde del lunes, quinta del mes, causó la inundación de decenas de viviendas, cortes de suministro de electricidad y gas en diversas zonas y la incomunicación telefónica de miles de abonados, situación que a mediodía de ayer aún no había remitido totalmente. El norte de la capital fue uno de los puntos más castigados por la tromba. En el barrio de Castillejos, en una hondonada conocida como El Chorrillo, media docena de familias hubo de evacuar sus chabolas tras alcanzar el agua una altura de 1,5 metros, a raíz de que el colector resultase incapaz de absorber la lluvia caída.
La Compañía Telefónica cifraba en 8.200 las reclamaciones de avería que les habían sido notificadas a mediodía de ayer. Esto puede traducirse en otros tantos abonados que se veían incomunicados a raíz de que las líneas se viesen dañadas por la fuerte tromba caída la víspera. Los afectados se repartían en puntos muy diversos como Manoteras, Vallecas, Arganda o Pozuelo. El pequeño municipio norteño de Montejo de la Sierra se vio absolutamente incomunicado por teléfono. Las líneas de información de Telefónica como el 002 o el 003 resultaron bloquea das, según fuentes de la Compañía, por usuarios que querían notificar sus averías.
El Metro no sufrió repercusiones tan graves como las de la tormenta del 25 de julio del año pasado, que causó daños en este medio de transporte por valor de 1.000 millones. En esta ocasión, la única anomalía consistió en que durante 20 minutos los trenes no se detuvieron en la estación de Pío XII, cuyo vestíbulo se había anegado.
-El barrio del Pilar, a raíz de la tromba, quedó sin suministro de gas ciudad, toda vez que resultaron inundadas las tres subestaciones de la zona. Esta situación subsistía ayer, dado que su reanudación exigía la revisión, finca por finca, de las acometidas de gas, cerradas la víspera por motivos de seguridad.
Los cortes de fluido eléctrico también menudearon en la zona norte, y aún en la mañana d ayer subsistían determinados flecos, en torno a media docena de centros de transformación en Manoteras o Peña Grande. Los colectores, al saturarse de agua fueron la principal causa de que se inundasen. También hubo momentáneos apagones por sobrecarga de las líneas, tras recibir e impacto de un relámpago.
Los bomberos municipales y regionales tuvieron dos jornadas de intenso trajín: los primeros realizaron la víspera 150 actuaciones, y ayer tarde llevaban ya 22; los de la Comunidad tuvieron 66 intervenciones el lunes, y, otras 12 ayer. El grueso de su tarea fue achicar el agua de viviendas y locales inundados; saneamiento de comisas; limpieza de sumideros de alcantarillado y rescate de ocupantes de vehículos atrapados por avenidas de agua en plena vía pública. En ocasiones, el agua llegó hasta las ventanillas.
Estas situaciones menudearon en la Castellana y en Arturo Soria. Algún contenedor de basura fue arrastrado al centro de una calle por la tromba. El agua caída ha servido más para limpiar los ríos y el alcantarillado que para elevar el nivel de los pantanos de la región, según responsables de recursos hidráulicos, dado que la lluvia caída no fue considerable, pese a su espectacularidad.
En la zona norte, los estragos fueron mayores. El aparcamiento más profundo del centro comercia-1 de la Vaguada resultó inundado, y aún ayer permanecía vedado al público, mientras equipos de operarios procedían a la limpieza del barro acumulado por la tromba.
Chabolas inundadas
En el barrio de Castillejos -distrito de Tetuán-, en el lugar conocido por el Chorrillo, la tromba destrozó los enseres de media docena de familias que viven en chabolas de la calle de Gregoria Benito. El agua alcanzó 1,5 metros en el interior de las chabolas. Subió bombonas de butano sobre mesas y anegó armarios neveras, colchones, cocinas, planchas y lavadoras.Las chabolas están encajona das, en una hondonada donde confluyen calles de considerable pendiente. Su aliviadero natural una planicie, ha quedado cerrada por la construcción de una carretera por encima de las viviendas.
Antonio Caldas, un sesentón jubilado, achaca todos los males al Ayuntamiento porque, dice, ni amplía el colector ni les proporciona vivienda. Reconoce, sin embargo, que él, treinta años atrás, construyó sin licencia municipal su casa en este hoyo, por lo demás situado en zona no urbanizable, según dice. Jura, sin embargo, que la tromba habría acabado en tragedia de haber sobrevenido de noche, ya que habría sorprendido a los chabolistas durmiendo.
Su vecina, Teresa Quintans, reprime un sollozo mientras contempla su destripada nevera, en la que horas antes había guardado la compra de la semana. La tromba se ha llevado por delante todos sus equilibrios para subsistir. Tras la lluvia, ha aflorado un aire de hermandad. Un bar cercano les ofrece cocido gratis. Los chabolistas se reparten en casa de familiares y amigos mientras aguardan a que sus viviendas sean desembarradas. Y no dejan de seguir con la vista el mínimo nubarrón porque saben que si la tromba se reproduce, la inundación también.
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