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La oposición panameña rechaza negociar con el Gobierno hasta que no cese Noriega

Antonio Caño

La oposición derechista panameña, animada por el síndrome de Corea del Sur, Filipinas y otros casos donde las protestas callejeras han con seguido sus objetivos, ha rechazado toda negociación con el Gobierno hasta tanto no sea destituido el jefe de las fuerzas de defensa, general Manuel Antonio Noriega, y ha anunciado para hoy una gigantesca manifestación contra el régimen. Los partidos de derecha, con el respaldo de las clases medias y altas, se han planteado la situación actual como un asalto definitivo al poder y han conseguido crear en el país un clima de ingobernabilidad y de tensión.

En un abierto desafío al Gobierno, los partidos que integran la coalición Unade anunciaron ayer su negativa al diálogo y han convocado para hoy "una gran concentración blanca". Los dirigentes opositores están decididos a seguir adelante con la protesta, pese a que el presidente, Eric Arturo Delvalle, ha prohibido las manifestaciones "ante el peligro que entrañan para sus participantes". Otra gran marcha que debía haberse celebrado ayer, ésta de apoyo al Gobierno y de carácter antinorteamericano, fue suspendida atendiendo las instrucciones de la presidencia.Con ocasión de la concentración de hoy, las Fuerzas de Defensa han recibido órdenes de evitar los disturbios y son de temer enfrentamientos entre guardias y manifestantes. Peor aún, algunos medios de comunicación han advertido del peligro real de combates entre pistoleros de signo político distinto, que ya surgieron en la noche del martes y que pueden deslizar al país hacia un estado de descontrol.

El detonante de la crisis, el coronel retirado Roberto Diaz Herrara, faltó ayer por segunda vez a su cita con el fiscal para presentar pruebas de sus acusaciones contra el general Noriega, a quien responsabiliza de la muerte del ex número uno del país Omar Torrijos y del asesinato del opositor Hugo Spadafora.Habría que pedirle también pruebas de la acusación que en una de sus últimas declaraciones recientemente hizo contra algún miembro de la prensa española al que acusaba de las más disparatadas tentativas de atentado.

Como aperitivo a lo que se espera hoy, ayer se repitieron las caravanas de lujosos automóviles, con pañuelos blancos atados en los limpiaparabrisas y haciendo sonar las bocinas.

Es innegable que la suspensión de la marcha progubernamental de ayer ha privado al general Noriega de un discurso que, según sus hombres de confianza, preparaba con mucho interés y desde hace tiempo.

La interpretación de que Delvalle suspendió la manifestación sin consulta previa con el hombre fuerte del país, no suena hoy descabellada, como tampoco la versión de que el jefe del Estado está aprovechando la crisis de credibilidad del general para instalarse en el mando con nuevos bríos.

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El objetivo común de la oposición -y lo que da un cierto respaldo entre los sectores más populares- es la dimisión de .Noriega, que el miércoles casó felizmente a su hija con el hijo de un militar dominicano. A partir de ahí, explican los opositores, todo es negociable. Es posible que en ese sentimiento se crean respaldados por funcionarios norteamericanos, que han dicho de forma pública que Noriega está debilitado.

Aunque el presidente del oficialista Partido Revolucionario Democrático, Rómulo Escobar Betancourt, ha advertido que "Noriega no es negociable", no falta quienes piensan que otros sectores del Gobierno podrían preparar una bandeja de plata para la cabeza del general,

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