La visita de Waldheim a Amman afecta al plan de una conferencia de paz

La visita oficial del presidente austriaco, Kurt Waldheim, a Jordania llena de satisfacción al primer ministro israelí, Isaac Shamir, y a todos los que en Israel se oponen a la celebración de una conferencia de paz sobre Oriente Próximo. Ver a Waldheim, acusado por su pasado nazi, recibido ayer de forma triunfal en Amman por el rey Hussein reduce, al mismo tiempo, la credibilidad del soberano jordano, al que el ministro de Asuntos Exteriores israelí, Simón Peres, veía hasta ahora como su principal colaborador para la convocatoria de la conferencia de paz."Si Kurt Waldheim se pronuncia en Amman en favor de la conferencia internacional sobre Oriente Próximo dará el golpe de gracia a esa reunión", escribía ayer el diario The Jerusalem Post.

En efecto, para la opinión pública israelí -a la que Peres intenta ganarse en favor de la conferencia de paz- todo lo que Waldheim encuentre bueno es, cuando menos, sospechoso. La pregunta es, por tanto, ¿por qué el rey Hussein asume el riesgo de invitar a un personaje tan controvertido como Waldheim, bestia parda de Israel, persona no grata en Estados Unidos y boicoteado por casi todos los países occidentales? Una de las respuestas posibles es la de que el soberano jordano crea que la conferencia está muerta y enterrada y no es necesario, por tanto, que tenga en cuenta ya las sensibilidades israelíes. En ese caso, el rey Hussein se sirve de Waldheim para mostrar al mundo árabe su independencia de Estados Unidos y su desprecio por Israel.

Si se considera, además de todo esto, que Waldheim acaba de ser invitado también por el ayatolá Jomeini, es fácil imaginar el efecto que este cóctel de odios y obsesiones antijudías podrá tener en el inconsciente colectivo de los israelíes.