La última huella
Lucas Hernández, profesor de Química Analítica de la Universidad Complutense, encontró en la cabina del camión siniestrado restos de arsénico, fósforo, calcio y magnesio -sustancias orgánicas y humanas-. El profesor volvió el pasado miércoles al taller situado en el pueblo de Piñuecar, donde están depositados los restos de la cabina, para tomar nuevas muestras que le permitan realizar un nuevo análisis.
El objeto de este análisis sería buscar en la cabina restos de selento y fósforo. En el caso de hallarlos, el profesor tendría la clave para demostrar que el niño pudo desaparecer en una bolsa de ácido sulfúrico.
La investigación de Lucas Hernández y su equipo se iniciaró a petición de la periodista Victoria Martínez, que realizó un reportaje sobre la desaparición del pequeño en el programa de TVE Informe Semanal.
Para comenzar las investiga ciones los químicos introdujeron una pata de cordero y un pollo en ácido sulfúrico fumante, del mismo tipo que el que se encontraba en el camión. A los seis minutos el pollo había desparecido y sólo quedaba una mancha negra. Del cordero sólo existía un pequeño hueso.
Una mancha parecida. se encontró en la cuneta donde volcó el camión siniestrado. A unos 30 centímetros de profundidad, en el terreno donde está la mancha se encontraron también huellas de fósforo y calcio (componentes orgánicos). Sin embargo, en este punto, Lucas Hernández no está seguro de sus propias investigaciones: "Pudo ser un gato", asegura.
Estas pruebas se han realizado al margen de la investigación policial y judicial. Durante el año que ha pasado desde el siniestro, se han colocado pasquines con la foto del niño en los establecimientos de carreteras de todas las regiones españolas y oficinas de correos. No ha habido resultados en el último intento por dar a conocer el rostro del niño.
