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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Vida de ATS

Me siento bastante dolido e indignado por la indiferencia que EL PAÍS muestra hacia el conflicto que los ATS mantenemos con el Insalud.Para ustedes sólo son importantes los médicos; nosotros somos simples pinchaculos que no merecemos la más mínima atención.

Sabe usted que el médico ve unos minutos al enfermo cada día (si hace falta, lo ve más tiempo, naturalmente), y que el resto de las 24 horas no sólo tenemos que administrar el tratamiento ordenado, sino que debemos vigilar y cuidar al enfermo tanto física como anímicamente.

La vida de un enfermo depende en un tanto por ciento muy alto de nuestra profesionalidad. Debemos estar preparados para -en una situación extrema, y mientras llega el médico- aplicar las técnicas adecuadas para salvar al enfermo.

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Sabe usted lo que es tener que trabajar 10 horas seguidas durante la noche pendiente de los enfermos, luchando contra el sueño y el cansancio, mientras el médico duerme en su habitación (lleva ya muchas horas de guardia, así que, nada que objetar).

Sabe usted lo dañino que es para nuestra salud y estado emocional los constantes cambios de turno en nuestro trabajo.

Sabe usted que tenemos que trabajar casi todos los sábados y domingos, Semana Santa, Nochebuena, Nochevieja, Año Nuevo, etcétera.

Sabe usted el riesgo de contagio que tenemos. Yo mismo he padecido una hepatitis que, afortunadamente, fue benigna. Conozco a un compañero al que su hepatitis se convirtió en cirrosis. ¿Y del SIDA?

Y todo esto ¿a cambio de qué? A cambio de nada. El ministerio nos ignora, nos quiere quitar los pocos derechos que nos quedan y nos quiere mantener unos sueldos de vergienza para unos titulados universitarios que tienen tanta responsabilidad de envío mi última nómina, con unos ingresos netos de 97.000 pesetas, incluyendo antigüedad).

Y para qué hablar de las condiciones en que nos obligan a trabajar. Hacinan a los enfermos de tal forma que ni movemos podemos en las habitaciones por falta de espacio. La comodidad para ellos es inexistente, y su situación, indignante.-

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