Un pueblo con destino de perdedor
20 millones de personas, atrapadas entre los intereses contrapuestos de Irán, Irak, Siria y Turquía
LUIS MATIAS LÓPEZ
La guerra de los kurdos está siendo noticia este año por la oleada de ataques que la rama más extremista de la familia kurda de Turquía, el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK, que quiere implantar un Estado independiente, con capital en Diyarbakir), está lanzando contra convoyes militares y civiles colaboradores del Ejército (protectores de los pueblos) en las zonas fronterizas con Irán, Siria e Irak. El problema kurdo es, para las autoridades e incluso los partidos políticos de Ankara, una cuestión de terrorismo o, todo lo más, de desarrollo económico.
Adnan Kahveci, de 39 años, el asesor más próximo al primer ministro turco, Turgut Ozal, y considerado un liberal dentro del gobernante Partido de la Madre Patria, asegura: "Si dividimos Turquía en grupos étnicos, podemos encontrar hasta 30. Pero, en la realidad social, no existen diferenciaciones étnicas ni discriminaciones. A nadie se le pregunta cuando busca un trabajo si es kurdo. En la historia de este país se pueden encontrar presidentes, primeros ministros, jefes de estado mayor, ministros, diputados y profesores que proceden de las provincias del Este".
Kahveci afirma que la guerrilla del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) "quiere implantar un Estado comunista" y que "no encuentra ningún apoyo en la población porque ésta ve que no sufre ninguna discriminación o persecución". En su opinión, el esfuerzo inversor del Gobierno en el Este ha sido impresionante, especialmente en cuanto a infraestructura, pero "el problema es que la región es muy montañosa y árida y tiene poca tierra cultivable'.
Por su parte, el jefe del Estado Mayor turco, general Necdet, Urug, compara el conflicto con el del separatismo vasco en España, o corso en Francia, o el del Ejército Republicano Irlandés (IRA) en el Ulster.
Cuestión de identidad
En los partidos de oposición es imposible encontrar un reconocimiento claro de la identidad kurda, ni siquiera en los de izquierda.
Erdal Inonu, de 61 años, hijo del ex presidente Ismet Inonu y actual líder del Partido Populista Social Demócrata (PPSD), procede del Este del país y él mismo admite la posibilidad de ser de origen kurdo, pero dice que "la gente en Turquía no está acostumbrada a acentuar sus diferencias, ha habido un profundo proceso de homogeneización y gente que sólo hablaba el kurdo aprendió el turco y ascendió a posiciones elevadas de Gobierno, incluso en el imperio otomano".
Para Inonu, el problema es triple: primero, económico ("el Gobierno debería poner más empeño en el desarrollo de la zona"); en segundo lugar, de seguridad ("muere demasiada gente, militares y civiles"); y, por último, de discriminación, ("hay que demostrar que todos los turcos pueden ejercer su derecho a la educación y al trabajo, se debe dejar de tratar a mucha gente como a sospechosos").
El ex primer ministro socialdemócrata Bulent Ecevit, de 62 años, que todavía tiene prohibido participar activamente en política, está convencido de que el problema es básicamente: de intervenciones exteriores ("no es una cuestión interna, como la del País Vasco") y socioeconómico. "Cuando mi partido estaba en el poder [antes del golpe militar de 19801 y utilizó una política de estímulo al desarrollo en aquella zona, llegó a obtener en la misma el 60% de los votos", recuerda Ecevit.
Una nación sin Estado
Suleimán Demirel, de 63años, el conservador ex primer ministro, hoy jefe en la sombra del Partido de la Recta Vía (él, como Ecevit, aún está teóricamente separado de la política activa), es rotundo: "No hay un problema kurdo. El problema es que están matando a mujeres, niños y hombres que hablan kurdo. Es simplemente terrorismo".Y añade: "Hay gente que habla kurdo y gente que habla otras lenguas o de diferentes orígenes étnicos, pero todos los turcos somo iguales, todos somos hermanos, aquí no separamos a unos de otros en función de su origen".
Este problema que no existe tiene, sin embargo, antecedentes históricos muy claros y perfiles actuales muy concretos. En Turquía viven al menos ocho millones de kurdos, en su mayoría en las provincias de Van, Siirt, Diyarbakir, Mardin y Hakkari (las cuatro últimas aún bajo la ley marcial, probablemente hasta el 19 de Julio), junto a las fronteras de Siria, Irán e Irak. En el primero de estos tres países viven unos 800.000 kurdos, más de seis millones en Irán y unos 3,5 millones en Irak. Unos 300.000 en la Unión Soviética completan el soporte humano de esta nación sin Estado, de 20 millones de miembros, que, en el pasado, tuvo más clara su identidad unitaria, pero que, en la actualidad, libra batallas separadas en cada país, muchas veces a cargo de minorías activistas sin apoyo claro entre la población.
Hay un problema kurdo tanto en Irán, como en Irak y en Turquía. Donde, si no más grave, resulta al menos más transparente es en Turquía, cuyas provincias del Este (eufermismo con el que el régimen denomina al Kurdistán, habitado por los hombres de las montañas) continúan bajo la ley marcial y en las que, desde agosto 1984, los separatistas del PKK desarrollan una campaña guerrillera que se ha cobrado ya más de 700 vidas, entre gendarmes, militares, policías, civiles y apocular (nombre que utilizan los activistas, derivado de su fundador, un tal Apo).
Las fronteras de Turquía con Siria, Irak e Irán son especialmente calientes y, por ellas, especialmente por la siria e iraquí, se efectúa la práctica totalidad de los ataques de los apocular, que se han intensificado en el presente año. El más reciente se produjo el 28 de abril cerca de Semdini, en la provincia de Hakkari, a unos 13 kilómetros de Irak, con el resultado de 13 gendarmes (dos de ellos oficiales) y tres rebeldes muertos. Se trataba de la más importante acción guerrillera contra las fuerzas de seguridad desde la emboscada, en agosto de 1986, a un convoy de la gendarmería en Balli, cerca de Uludere, en una región montañosa muy próxima también a la frontera iraquí. En aquella ocasión, la respuesta turca fue un bombardeo de represalia, a cargo de aviones Phantom, en territorio de Irak, que causó al menos 200 muertos.
El ataque de Semdinli parecía significar un cambio de la estrategia guerrillera, concentrada anteriormente en los atentados
Un pueblo con destino de perdedor
contra los protectores de los pueblos y sus familias. Los protectores constituyen un cuerpo especial de voluntarios civiles, kurdos en su inmensa mayoría, armados por los militares, que se ocupan de la seguridad en las pequeñas localidades del Kurdistán. Las familias de los protectores fueron, precisamente, el objetivo de dos incursiones de los apocular particularmente sangrientas (véase EL PAÍS del pasado 24 de mayo). En la primera de ellas, perpetrada el 22 de febrero en la pequeña localidad de Tasdelen, a tiro de piedra de la frontera iraquí, los guerrilleros, que vestían uniformes del Ejército turco, mataron a sangre fría a 14 familiares de dos protectores, incluyendo a 12 mujeres y niños. En la segunda, en la minúscula aldea de Acikyol, próxima a la frontera siria, murieron ocho personas, entre ellas cinco niños y dos mujeres.Represalias
La matanza de Tasdelen provocó un bombardeo de represaliade la aviación turca (que según algunas versiones llegó a emplear napalm), con aparatos procedentes de las bases de Batman y Diyarbakir, contra "bases terrorista" en territorio iraquí, en aplicación del acuerdo entre Ankara y Bagdad. Al menos 100 personas resultaron muertas en la incursión, que despertó las iras de Teherán, que apoya a los rebeldes kurdos iraquíes para forzar al Ejército de Sadam. Husein a mantener en la zona efectivos que resultarían preciosos en otros frentes de batalla. No fue una coincidencia que, precisamente en esos días, las tropas de Jomeini lanzaran en la región una de sus ofensivas, la Kerbala 7.
El ataque contra la aldea de Acikyol reanimó las voces de quienes, en Turquía, quieren dar una lección a Siria, que ofrece cobijo al jefe del PKK, Abdulá Ocalán. Si embargo, el moderado ministro de Asuntos Exteriores, Vahit Halefoglu, de 67 años, declaraba hace unos días a EL PAÍS que "las relaciones con Siria están mejorando" y que las que se mantienen con Irán e Irak "son buenas", en el marco de una premeditada política de neutralidad en la guerra del Golfo.
El régimen islámico iraní parece creer, sin embargo, que Turquía no es todo lo neutral que proclama ser, y en Ankara se habla, todavía discretamente y a media voz, de la eventualidad de una intervención directa en Irak. Tal acción se podría producir, se dice, en el caso de que el régimen de Bagdad perdiera el control de la zona del Kurdistán que incluye a Mosul y los campos petrolíferos de Kirkuk, que proporcionan diariamente casi un millón de barriles, aproximadamente un tercio de las necesidades turcas de crudo. La región, además, es el blanco de un irredentismo turco que procede de los primeros años de la República turca puesta en pie por Mustafá Kemal Atatürk.
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