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Reagan y el Papa coinciden en que la mano de Dios llevará la libertad a los países comunistas

Francisco G. Basterra

FRANCISCO G. BASTERRA ENVIADO ESPECIAL Ronald Reagan confió ayer en el Vaticano, tras una entrevista de 55 minutos con el Papa, sin intérpretes, en que la mano de Dios, el resurgimiento de la fe y el irresistible poder de la renovación religiosa producirán un cambio hacia la libertad en los países comunistas. Juan Pablo II, que defiende esta teoría de la reunificación espiritual de Europa, dijo al presidente norteamericano que "incluso los que previamente han sido calificados como enemigos pueden ser vistos en una nueva perspectiva como hermanos de una única familia humana".

El presidente, que charló a solas en la biblioteca papal con el Pontífice sobre las relaciones Este-Oeste y el desarme, Nicaragua -cuya evolución, dijo el porta voz del Papa, Juan Pablo II sigue "con constante interés"-, Oriente Próximo, las relaciones Norte-Sur y Polonia, afirmó que "vemos en esa tierra atormenta da el poder de la fuerza espiritual, así como los poderosos movimientos en el Este de una fe que no morirá a pesar de generaciones de opresión". "Quizá no sea mucho esperar que el verdadero cambio sobrevendrá a todos los países que ahora niegan o limitan la libertad para adorar a Dios", añadió Reagan.El Papa le dijo al presidente norteamericano que la paz mundial debe ser promovida a través de una mayor confianza entre los pueblos y las naciones, que se manifiesta y se prueba a través de negociaciones constructivas dirigidas a acabar la carrera de armamentos y a liberar inmensos recursos para aliviar la miseria de millones de seres hambrientos. Juan Pablo II recibió también, posteriormente, a Nancy Reagan, que vestía traje largo negro, collar de perlas y mantilla, a la que acompañaban su peluquero, el jefe del gabinete presidencial, Howard Baker, y el consejero de Seguridad Nacional, Frank Carlucci.

Operación de imagen

Ronald Reagan abandonó su reclusión de Venecia para visitar al Papa en Roma, personaje al que admira, y tratar de remontar su deteriorada imagen con una audiencia privada con Juan Pablo II, bien aprovechada por las cámaras de la televisión norteamericana.

El presidente se deshizo en elogios al "valiente y generoso liderazgo" que ejerce el jefe de la Iglesia católica, que no fueron respondidos con el mismo fervor por Juan Pablo II. Estos dos personajes, que ya se han encontrado cuatro veces -en la última visita, el presidente dormitó en la biblioteca papal-, comparten la misma fe en los valores tradicionales, en el anticomunismo y en que la división de Europa no debe ser algo definitivo.

Reagan, que no ha pisado una iglesia desde que llegó a la Casa Blanca -dice que por motivos de seguridad-, afirma que "debemos dar gracias a Dios por el Papa, este valiente hijo de Polonia que inspira a toda la humanidad". El presidente ha defendido sin éxito la ilegalización del aborto en EE UU y la vuelta a la oración en las escuelas públicas, y su Administración se opone a cualquier política de control de natalidad en el Tercer Mundo. Horas antes de la entrevista y del viaje del Papa a Polonia, el presidente norteamericano se refirió en duros términos a la división del Viejo Continente, calificando a la URSS de "factor de tensión en Europa".

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El Papa polaco, por su parte, en la apertura del año mariano, encomendó el sábado, "de modo especial", a Rusia y a Lituania a la Virgen María para que fortalezca a "todos los que sufren por la fe" en los países del Este. También Juan Pablo II dijo que el control de natalidad que conde na la Iglesia católica no es, en absoluto, un tema discutible, algo que sin duda agradará a Nancy y Ronald Reagan, pero que es predicar en el desierto para los 50 millones de católicos norteamericanos, que, en materias de moral sexual, difieren radicalmente de la doctrina vaticana y actúan por su cuenta.

Vigilancia policial

Cinco mil carabineros y soldados protegieron ayer el paso por Roma -realmente sólo la sobre voló en helicóptero- del emperador de Occidente. El espacio aéreo romano fue cerrado para todos los vuelos excepto para el Air Force One, el Boeing 707 presidencial. Las manifestaciones callejeras fueron prohibidas y se reforzó la protección de organismos y edificios relacionados con EE UU.

Esta semana, la policía dijo que las Brigadas Rojas habían amenazado con asesinar al organizador italiano de la cumbre de Venecia, el secretario general del Ministerio de Asuntos Exteriores, Renato Rugiero. Algunas partes de la ciudad amanecieron ayer con pintadas de "Muerte a Reagan" y "Reagan, verdugo".

Tras la audiencia en el Vaticano, los Reagan almorzaron con el presidente de la República, Francesco Cossiga, y el jefe del Gobierno interino, Amintore Fanfani, en Castel Porziano, una antigua residencia junto al mar, 15 kilómetros al suroeste de Roma, del rey de Italia, y que ahora utilizan para descansar los presidentes.

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