Alcaldes eternos
Ediles franquistas han encontrado en las urnas su mejor supervivencia
Los ayuntamientos democráticos han asumido la figura del alcalde eterno, una suerte de edil permanente que tras gobernar con el franquismo ha logrado pervivir en el cargo con los votos. Mitad párrocos, mitad sacristanes, esta especie de ediles natalicios ha logrado encarnar en sí el feliz lema de Lampedusa de que a veces es preciso cambiar algo para que todo siga igual. Sus enemigos políticos les tachan de caciques,, pero ellos, en su mayoría alcaldes de la España rural, de ideología independiente o conservadora, rechazan tal calificativo, pero no ocultan un aire populista que en algunos raya en la exagerada adulación hacia sus conciudadanos, al asegurar muy firmemente que sólo viven para su pueblo.
Agustín Zacarés, de 65 años, no es un hombre que pase desapercibido en Albal (Valencia), el municipio que rige desde hace 12 años. Pese a su aspecto de agricultor aseado que acaba de venir de regar la huerta, tan común en un pueblo que vive de la agricultura, no hay vecino que no se pare o se vuelva para saludarle cuando pasea por la calle. En una de las plazas del municipio, de 9.000 habitantes, el visillante puede reencontrarse con la viva estampa del general Franco, una estatua erigida tras su muerte a instancias del edil. "Franco tenía sus defectos, peto lo hizo bien. Cuando haya otro que lo haga mejor, lo reconoceré. Mientras tanto, aquél fue el mejor".Zacarés se presenta a la relección, pero no realiza campaña alguna. "Yo paso de mítines; me conocen demasiado bien en el pueblo", declara. Su ideología no requiere demasiada especulación: "Soy católico y de derechas. Mi régimen es el de Dios y, si alabo al franquismo, es porque nunca estuvieron los curas mejor que con Franco. Pero yo soy más demócrata y más socialista que los socialistas, porque me preocupan los pobres. Ahora se está beneficiando al patrón en vez de al trabajador, y esto no puede ser".
"Al acabar la guerra macharon del Frente de Juventudes porque dije que los que llevaban eran unos ladrones, porque se quedaban con los víveres y las mantas. Pero luego, en junio de 1975, al haber decidido el gobernador que iba a ser alcalde, me tuvieron que admitir, porque tenía que ser tambien jefe local del Movimiento". Entró en la alcaldía en septiembre y Franco murió tres meses después. Pero Zacarés se las ha arreglado para continuar, tal vez porque antes de ser alcalde tuvo otros puestos de los que dejan huella: presidente de jóvenes aspirantes de Acción Católica, presidente de los Hombres de Acción Católica, presidente de Cáritas, presidente de la Cámara de la Hermandad de Labradores, presidente de la Cooperativa y Caja Rural de Albal, etcétera. "Yo soy un hombre de confianza para los vecinos vienen a mi casa a consultar cuando quieren, y a veces me han llamado a la huerta para que venga a arreglar a un matrimonio que se ha peleado".... En 1979 se presentó como independiente y ganó; en 1983 lo hizo con Alianza Popular, "para que no hubiera otra candidatura conservadora" y también salió alcalde; ahora encabeza una candidatura a medias con la derecha valencianista, y también piensa ganar.
Estar a bien con el poder
Estilizado y vestido con traje y corbata, Jesús Pérez Pueyo, alcalde de Cantillanía (Sevilla), ofrece una variante más cautelosa de alcalde permanente. Sus 37 años de edil en un pueblo de 8.000 habitantes avalan cierto carisma que él trata de no exagerar, tal vez porque su pervivencia se deba en parte a un carácter de guasa contenida, que le hace estar a bien con todos. "Algo tendré que tener cuando me votan hasta socialistas y comunistas: aunque voten a stis partidos en las generales, en las municipales es obvio que me votan a mí, porque ahí estan los votos". Su lema, en el antiguo como en el actual régimen, lo resume así: "Estar siempre a bien con el que manda si convierte al pueblo". Así, pasó por el franquismo sin significarse en fervores, y ahora se define como un independiente que en 1979 se presentó con UCD y que nunca iría con AP ni pactaría con este partido.
En Cantillana unos le llaman don Jesús y otros Jesús o Jesusito, según su. edad, pues ha sido alcalde de varias generaciones. "Yo he aceptado plenamente la democracia, y prefiero las papeletas a los tiros", asegura. "Si no me eligen esta vez, no me molestaré. Pero no me siento cansado y no me importaria seguir: la alcaldía es un morbo, una polilla que no te abandona si te gusta".
El alcalde de La Carolina (Jaén), Ramón Palacios, de AP, tiene a gala contax que lleva 23 años en el sillón municipal. Un período dilatado que se inició en 1960 y que contó con un parénte sis en 1979, en la que fue un ami go suyo, de mutuo acuerdo quien encabezó la lista. En 1983, y a pesax del arraigo del PSOE en la zona, volvió a presentarse y ganó. El 10 de junio volverá a intentarlo otra vez. Según el rumor popular, muchos vecinos deben el puesto de trabajo a su influencia, lo que constituye su principal aval electoral. Procurador en Cortes y onsejero del Banco de Crédito Local en la etapa franquista, Ramón Palacios asegura haber sacado a su pueblo de la decadencia y de haberlo dotado de industrias.
Recientemente visitó el pueblo el embajador de Japón y se habló de instalar una fábrica nipona. "Pero no quiero dar detalles para que no me tachen de electoralista", dice.
Discurso golpista
De lo que fue tildado en 1984 fue de golpista, a causa de un discurso pronunciado el 17 de julio con motivo de la conmemoración de la batalla de las Navas de Tolosa, en el que Palacio aludió a que España tenía que volver a renacer como hace 48 años. "Fue un discurso espontáneo, provocado por la indignación que me producían las muertes en el norte de España". Ahora considera el hecho agua pasada.
Populista a la gallega, José Castro, de 54 años, lleva 18 de alcade en su pueblo de Ponteareas (Pontevedra). Prolífico padre de nueve hijos, afirma que uno de ellos, de 26 años, va también en la lista del 10 de junio. "Él sería el que yo votara si no me presentara. Espero que me suceda y que sea elegido alcalde por aclamación, porque es mejor que yo". Afirma no entra en el juego del cacique, y explica su pervivencia en el cargo: "El pueblo gallego es muy inteligente y razona de este modo: 'Si éste es bueno, ¿por qué vamos a cambiarlo?".
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