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LAS ELECCIONES DEL 10 DE JUNIO

La europeización de Henry Plumb

I. C. "Nací inglés, pero moriré europeo". Con esta profesión de fe europea, pronunciada desde la tribuna de oradores del Parlamento Europeo después de haber sido elegido en enero para ejercer su presidencia durante dos años y medio, el conservador británico Henry Plumb intentó acaso disculparse por no tener, a diferencia de otros muchos diputados, una larga trayectoria europeísta.

"La elección por mis colegas para la presidencia de un ciudadano del país mas recalcitrante ante la construcción europea", comentaba aquel día un parlamentario democristiano, "demuestra hasta qué punto en esta institución se trascienden las fronteras y se superan los prejuicios nacionales".

Presentado por alguno de sus detractores, caso del dirigente radical italiano Marco Pannella, como un hombre muy allegado a la primera ministra británica, Margaret Thatcher, Henry Plumb ha acabado lamentando, desde que es presidente, las insuficiencias del Acta única, la mayor reforma de la Comunidad Europea desde su fundación, porque apenas aumenta los poderes reales del Parlamento Europea. "Debemos luchar", afirmó entonces desde la tribuna, "(...) por que los Estados nacionales transfieran más competencias a Europa".

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Antes incluso de acceder a la presidencia de un Parlamento en el que ocupó por primera vez un escaño hace ahora ocho años, la fidelidad de Plumb a la dama de hierro no le impidió abogar por el ingreso de la libra esterlina en el Sistema Monetario Europeo (SME) o defender una más amplia utilización del ECU (unidad de cuenta europea).

El cuarto presidente del Parlamento, desde que es elegido por sufragio universal, nació hace 61 años en el seno de una familia de hacendados en el condado de Warwickshire, y dirigió una granja de 80 hectáreas que el año pasado entregó, por fin, a su hijo ante el desinterés manifiesto de sus dos hijas por hacerse cargo del negocio.

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Durante largos años, Plumb compaginó su labor al frente de la propiedad familiar con responsabilidades en organizaciones sindicales locales hasta que en 1975 accedió a la presidencia del Comité de Organizaciones Profesionales Agrícolas de la CE y más tarde a la de la Comisión parlamentaria de Agricultura.

Pragmático, como suelen serlo los súbditos de la reina Isabel, manejando un humor frío pero nunca distante, el "gentleman farmer", como lo llaman a veces afectuosamente sus compañeros del Grupo Conservador, ha tenido también la valentía de traicionar ahora a los suyos al preconizar "una reforma en profundidad de la política agrícola común". Hay que acabar con unos costosos excedentes agrícolas, enfatizó desde la tribuna, "que contrastan de manera trágica con la miseria del Tercer Mundo".

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