La reforma agraria y la legalización del PC, claves de la estabilidad filipina
Declaraciones a El PAÍS del senador democristiano Raúl Manglapus, exiliado durante la dictadura de Marcos y reelegido en las elecciones del lunes último
Raúl Manglapus, de 72 años, líder del naciente Partido Democristiano filipino, es, según todas las previsiones, uno de los 23 candidatos oficialistas elegidos en los recientes comicios para integrar el poderoso Senado de 24 miembros. Según afirma en esta entrevista concedida a EL PAIS en su casa de Manila, en perfecto español, la realización de una efectiva reforma agraria y la legalización del Partido Comunista Filipino (PCF) son dos de los temas claves que tendrá que enfrentar el Parlamento para consolidar la democracia.
Raúl Manglapus era ya senador y había sido ministro de Asuntos Exteriores de Filipinas cuando, en la jornada del 21 de septiembre de 1972, viajaba hacia Estados Unidos a dar unas conferencias. Ese mismo día, el presidente Ferdinand Marcos decretaba en Manila la ley marcial, dando inicio a un paréntesis de 15 años en la democracia filipina. Manglapus, que se pasó entonces a la oposición y se exilió en Estados Unidos, fue objeto de un atentado organizado por el general Fabián Ver, en 1978, y consiguió evitar su extradición a Filipinas -donde estaba condenado a muerte- cuando Ronald Reagan llegó al poder, en febrero de 1981.Pregunta. A pesar de que la revolución popular que derrocó a Marcos puede ser vista como un triunfo de vírgenes y rosarios contra tanques, no parece que el Partido Demócrata Cristiano tenga gran influencia entre los filipinos. ¿Por qué?
Respuesta. Nuestra tradición política, por la experiencia colonial, se asemeja más a la norteamericana, en el sentido de un sistema no confesional, seglar, de la política, lo que hace muy dificil hablar de religión y de política a la vez. Pero esto ha cambiado mucho. En los momentos críticos de la revolución de febrero de 1986, cuando hubo que encontrar símbolos para recordar al filipino sus raíces como nación, no aparecieron en las calles las estatuas de nuestros héroes nacionales, sino imágenes de la Virgen. No se rezaron los poemas de Rizal o de nuestros otros héroes de la independencia, sino que se reflejó las raíces de nuestra herencia española, expresadas en su vertiente religiosa.
P. La actual coalición que ha dado la victoria a Cory Aquino en el Senado, ¿se mantendrá tras las elecciones?
R. Nosotros hemos dicho que el pueblo debía votarnos a todos porque, precisamente, una vez en el Senado, defenderemos nuestras posiciones, aunque en pro de las reformas que propone la Administración de Aquino.
P. El hecho de que el voto filipino haya marginado a la oposición, ¿cree que favorecerá la transición política hacia la democratización?
R. Estamos en una situación en que se revive, en realidad, la creación del Senado después de la dictadura de Marcos.
El riesgo de Enrile
P. ¿No puede representar un riesgo la ausencia de una canalización de la oposición, más aún cuando Juan Ponce Enrile parece obtener mayoría de preferencias de votos en los cuarteles militares?R. Existe esta posibilidad, pero hay que distinguir entre el voto secreto y el golpe abierto. Un soldado que vota secretamente por Enrile no es necesariamente un soldado que le va a seguir en un golpe abierto. Más bien ese voto expresa un deseo entre los militares de que Enrile pudiera ser senador, como representante le una de las tendencias más a la derecha.
P. ¿Qué temas cree usted que serán prioritarios en el nuevo Senado y Cámara de Diputados?
R. La reforma agraria, sin lugar a dudas. Yo fui, precisamente, el autor de la propuesta de ley de la primera reforma agraria filipina, en los años sesenta, en unas líneas generales en las que se inspira hoy el presente programa de la Administración de la presidenta Cory Aquino. Es una ley de abolición del sistema, casi feudal, en el que el agricultor participa sólo de una ínfima parte de la cosecha. La ley proponía, en un primer paso, que se transforme en arrendatario, y después en propietario, con fórmulas adecuadas para las grandes explotaciones de tipo azucarero o cocotero.
P. Después de la esperanza abierta con el paréntesis de alto el fuego, de 60 días, hoy Filipinas aparece más sumergida que nunca en el problema guerrillero. ¿Que debates espera que se formen en la Asamblea Nacional al respecto?
R. Yo favorezco, primero, ir adelante con un programa serio de justicia social, incluida una rápida y eficaz reforma agraria. Pero, personalmente, yo quisiera ir más rápidamente hacia el objetivo de legalizar el Partido Comunista. Yo sé que este punto ha sido mal interpretado por algunos de mis compatriotas que son demasiado conservadores y piensan que el favorecer la legalización de los comunistas es ser proizquierdista. El hecho es que en todos los países democráticos, el partido comunista está legalizado. Es uno de los pasos que se dieron en España después del franquismo, y pienso que, sobre todo ahora que se han terminado las elecciones, hay que resolverlo. Naturalmente, no quiere decir que de la noche a la mañana esto acabe con la guerrilla comunista.
P. ¿Piensa que el PCF estaría dispuesto a aceptar la legalización?
R. Esto es un aspecto que no conozco a fondo, pero si lo rechazaran, entonces moralmente se reforzaría la posición del Gobierno para poder combatir la guerrilla.
P. ¿Qué opina sobre el futuro de las bases norteamericanas en suelo filipino?
R. Comparto totalmente el punto de vista de Cory Aquino, que se repite en nuestra plataforma del Partido Demócrata Cristiano, de respetar los acuerdos hasta que se cumpla el pacto, en 1991, y que a partir de esta fecha se revisen las opciones. ¿Cuáles pueden ser? Yo, personalmente, favorezco lo que ya está aceptado por nuestro partido, es decir, establecer en el sureste asiático una situación de paz, estabilidad y neutralidad, lo que comportaría, iniciar negociaciones entre ambas superpotencias, soviéticos y norteamericanos, para que la URSS deje, Camran, en Vietnam, y los estadounidenses, Clark y Subic, en Filipinas.
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