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La rebelión de la antracita

La huelga de la minería de la comarca de El Bierzo amenaza con radicalizarse

"Estos empresarios son auténticos buitres carroñeros, esquilmadores de los yacimientos". Las palabras del secretario general de UGT de la minería, José Antonio Saavedra, dan buena muestra de hasta dónde ha llegado el enfrentamiento. Un empresario, en el hospital, brutalmente agredido por un piquete; 10 horas de batalla callejera entre mineros y la Guardia Civil en las localidades leonesas de las Ventas de Albares y Bembibre durante la tarde del martes y la madrugada del pasado miércoles (cinco contusionados de consideración y 30 detenidos) y dos meses de paros intermitentes, con cortes repetidos de la circulación en la carretera nacional VI son sólo el balance provisional de un conflicto que está lejos de resolverse.

La "tensión", la "rabia contenida", "la confrontación por la confrontación" y el "acoso a la política del Gobierno" -que hay versiones para todos los gustos- están en aumento. La comarca de El Bierzo ha pasado a convertirse en uno de esos puntos rojos que estos meses jalonan la geografía nacional de la conflictividad.El pasado jueves sindicatos y patronal rompieron las negociaciones, y esta semana la cuenca volverá a quedar paralizada por la huelga. Las "reivindicaciones irrenunciables" de los sindicatos son "exigencias imposibles" para la patronal. A saber, supresión de los contratos temporales en la minería, subidas sobre todos los conceptos y no sólo sobre tablas, y jornada de lunes a viernes. Las centrales propondrán mañana a las asambleas acentuar la presión en las minas y en la calle: continuar los cortes de tráfico, interrumpir la vía férrea, e incluso se prepara, para amplificar el conflicto, el boicoteo a la Vuelta Ciclista a España a su paso por la provincia la próxima semana. El conflicto está servido, y todavía el pasado jueves un periodista se salvé por los pelos de que un grupo de camioneros, principales perjudicados por los cortes de carretera, descargara su rabia contra las ruedas de su coche. Al transmitir su crónica desde el teléfono de un bar bastó escuchar las palabras "mineros" y "huelga" para que fuera tomado por un agitador profesional.

La cuenca minera de El Bierzo, en la que se extraen más de cuatro millones de toneladas anuales de antracita y que cuenta con reservas de este mineral para 135 años, tiene tres zonas diferenciadas: Fabero, Toreno y Bembibre. Es en esta última localidad donde el radicalismo ha cobrado mayor fuerza. Quizá porque el minifundismo empresarial es más intenso y menor la implantación sindical. También son peores las condiciones laborales.

El convenio que aquí se discute afecta a todas las minas de antracita de la zona, con excepción de Gaiztarro, que tiene acuerdo propio. También la Minero Siderúrgica de Ponferrada está al margen. En total, son 76 empresas dadas de alta en la Seguridad Social, a las que hay que añadir un número fluctuante de explotaciones prácticamente piratas, que nacen o mueren al vaivén de la coyuntura del carbón. Nadie, ni empresarios ni Administración ni sindicatos, tiene datos exactos, pero son unos 5.500 los mineros afectados.

Con excepción de unas 25 empresas de tamaño medio, con condiciones de organización y explotación aceptables, el resto son lo que aquí llaman chamizos. Un chamicero es un empresario de ocasión, que, apenas sin inversión, busca el carbón fácil. Esta autorización indiscriminada de permisos -a veces sólo son subarriendos de otra concesión- genera la explotación irracional de los yacimientos y sepulta para siempre las capas más profundas. La responsabilidad en este asunto corresponde a la Administración, según acusa CC OO. El ugetista Saavedra aún va más lejos al afirmar que "hasta hace cuatro días los permisos de explotación eran concedidos gracias a una caja de cigarros de detalle y 200.000 pesetas debajo".

Cerrar la mina

El delegado territorial de la Junta de Castilla y León, Gerardo García, defiende los avances de los últimos años, pero admite que en muchos casos "la seguridad requeriría unas inversiones tan grandes que habría que cerrar la mina". La Administración autonómica ha incoado 16 expedientes de caducidad de la concesión por falta de correcta explotación. "Ahora", afirma, "los inspectores entran hasta el fondo, mientras antes no pasaban de la bocamina". En su opinión, la situación ha mejorado hasta alcanzar un aprobado alto, mientras los sindicalistas aseguran que "continuamos en el cero". Y apuntan un dato: la revisión de las minas dio por resultado 2.746 prescripciones de mejora en las 174 empresas de la provincia de León. La Administración concede ayudas de hasta un 75% del total de la inversión, pero "los empresarios no han pedido ni un solo crédito, lo cual hace suponer que estamos en las mis¡nas".Aquí la parte gorda del salario es el destajo y ello obliga al trabajador a descuidar, a veces, las tareas que son la base de su seguridad y la de la propia galería. Los contratos temporales son uno de los campos de batalla. Un 35% de los mineros está sometido a esta contratación prorrogada, que para empresarios como Antonio Rey es "lo mejor que ha podido hacer el Gobierno de Felipe González para crear empleo". Para los sindicatos son una práctica a erradicar de la minería. Primero porque el obrero fichado o el tocado por la silicosis se queda sin empleo. Además porque afecta gravemente a la cualificación profesional y al salario. "Este sistema permite que el trabajador no aumente de categoría y está proliferando para todas las funciones la figura del ayudante minero, que cobra la mitad que el picador o el barrenista por hacer el mismo trabajo. Y ello afecta igualmente a la seguridad, porque ponen a picar a gente que lleva dos días en la mina".

Gratificaciones extras

También los empresarios tienen otra arma que rendir ante las demandas de los trabajadores. Se trata de la gratificación voluntaria, que oscila entre el 30% y la mitad del salario. En este sector es habitual cobrar por nómina y sobre aparte. Por eso piden aumentos sobre la masa salarial, para evitar que la subida sobre unos conceptos pueda ser compensada con esas gratificaciones sobre las que no hay ningún control. Las empresas argumentan que no pueden asumir ese tipo de demandas que significan que una subida del 6% sobre masa supere el 12% sobre tablas.Bembibre y los pueblos que la rodean dan la sensación al visitante de ser un experimento de integración racial. En esta localidad, de 14.000 habitantes según el alcalde de la villa, unos 2.000 son portugueses, paquistaníes o nativos de Cabo Verde. No falta tampoco una representación de los boat people vietnamitas.

Mucha de esa gente, que confiesa no tener problemas de vecindad ni de adaptación, llegó en su día sin papeles. Fueron mano de obra dócil y barata, que permitieron redondear el negocio cuando la crisis del petróleo hizo resurgir el carbón en esta zona. Algunos, como El Rubio, hicieron negocio con esta trata de empleo. Ahora muchos de estos extranjeros, que viven hacinados, pagando un alquiler de 15.000 o 20.000 pesetas al mes por lo que fue antes cuadra o cochera, se encuentran entre los protestantes. Los sindicatos dicen que si fueron traídos en su día para extraer de ellos mayor plusvalía, ahora es justo que las empresas cedan los mismos derechos.

El conflicto minero de la zona tiene muchos flecos, que se extienden a las condiciones especiales con que se trabaja en los chamizos, en los que las condiciones mínimas del estatuto del minero son simplemente ignoradas. "Lo que es esto", afirman al unísono Gonzalo Díez y Anatolio Díaz, líderes respectivos de CC OO y UGT, "empieza a verse en los vestuarios, auténticas cochineras, donde la ducha es un bidón de gasóleo con un trozo de manguera".

Los dos sueltan la carcajada cuando se pregunta por el agua caliente. "Pero hay que entrar dentro para comprobar cómo en el 80% de los chamizos se barrena todavía a polvo, sin agua, y luego se sorprenden de que el índice de silicosis esté en aumento". Hay pozos en los que las mulas para arrastrar las vagonetas serían un lujo. En ese tipo de explotaciones no es infrecuente encontrar trabajando a un jubilado por silicosis. "Mire usted, no ponga mi nombre, pero se lo voy a explicar: yo tengo tercer grado y estoy muerto, pero me da lo mismo acabar en casa que allí abajo. Lo que pasa es que tengo un hijo estudiando en Madrid y tengo que mandarle todos los meses 40 papeles".

Ánimos caldeados

Los ánimos están caldeados. Las autoridades no ocultan el temor a que esto se dispare. Y los sindicatos reconocen que van a aumentar la presión, intentando a la vez evitar las acciones de los incontrolados. José Luis Sánchez, de CC OO, dice que todavía no se ha producido el esquirolaje. "A pesar de lo mucho de lo que se nos acusa aquí nadie ha perdido el control y no se han producido, ni de lejos, acciones como las de los mineros británicos". UGT y CC OO se han unido para defender lo que han convenido en llamar el "punto sin retomo para no perder la credibilidad de los trabajadores". La presencia del secretario general de UGT de la minería, José Antonio Saavedra, ha servido para calentar el conflicto y los empresarios aseguraban que ha hecho imposible cualquier acuerdo.

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