Pfaff espantó el miedo escénico
El Bayern acabó con una racha de 15 eliminatorias victoriosas del Real Madrid en las competiciones europeas. Lo hizo gracias a que supo manejar el partido, a que tuvo un excelente portero, el belga Pfiaff, y a que el Madrid acusó errores de toda la temporada. Beenhakker retocó el equipo cuando mejor estaba jugando.El encuentro empezó con mala cara para el Madrid. El árbitro francés Vautrot salió firmemente decidido a impedir que el conjunto blanco entrara duro al rival con el fin de intimidarle, como suele hacer en estos partidos. El resultado fue que los primeros 25 minutos salieran a falta por minuto, con un fútbol lento en el que el Madrid no podía volcar el conocido brío sobre el que cimenta estas victorias. Además de ello, el Bayern era, efectivamente, un equipo de gran peso, que no se limitaba a encerrarse atrás. Cuando tenía el balón, colocaba tres puntas arriba y jugaba hacia adelante, apoyándose en ellos. Salió decidido a no dejarse encerrar y lo consiguió. Encima, el partido había comenzado aún con luz diurna y todo tenía un aire extraño, distinto.
Pero en torno a la media hora la contienda cambió de cara. Tras un córner y algunos rebotes, Santillana marcó su gol número 47 en los torneos europeos y poco después, Augenthaler, un espléndido jugador y hasta ese momento baza decisiva en la serenidad del Bayern, picó como un principiante en una provocación de Hugo Sánchez y se hizo expulsar. Fue el error grave de un gran jugador.
Con sesenta minutos por delante y un gol en el marcador, el Madrid iba con el horario previsto. Además, Vautrot juzgó que ya había hecho lo suficiente como para garantizarse hasta el final un partido correcto y aflojó un poco la mano.
Entró así el Madrid en su mejor fase de juego. Se ordenó, jugó por las alas, con Michel y Gordillo, y tomó el mando. Pero hasta el descanso aún acusó frecuentes fallos. Gallego entregó mal, Martín Vázquez regateó de más, Butragueño bajó bastante a la media, donde no se le había perdido nada y Hugo acusó una vez más cierta, desconexión con el grupo.
La segunda parte empezó mejor. El Bayern se encogía y Gallego y, sobre todo, Martín Vázquez, atinaron más. Éste último se asoció con Michel por la banda derecha, Sanchis subió por el centro más que antes y el Madrid tuvo una racha de juego lógico. Pero, sorprendentemente y cuando el equipo había empezado a funcionar, Beenhakker decidió, en el minuto 59, sustituir a Martín Vázquez -el más potente chutador del equipo y que, además, estaba jugando muy bien- por Pardeza. En esos momentos cualquier cambio era una excentricidad simplemente porque, tal y como estaba funcionando el conjunto, lo mejor era dejarlo como estaba.
Con Pardeza buscaba Beenhakker un cuarto delantero, una apelación prematura al heroísmo. A cambio, pagaba una cuota de buen funcionamiento. A pesar de eso, siguió la presión del Madrid -Pardeza jugó bien- y hubo fases en esta segunda parte en las que el Bayern renunció abiertamente a jugar el balón y se dejó embotellar. Pero los apretones del Madrid estaban desprovistos de juego lógico, y cuando apareció la fatiga en el equipo blanco, cuando a Michel y a Gordillo les faltó el aire, todo se acabó. El último cuarto de hora fue un progresivo apagarse del Madrid, mientras el Bayern, que se había estabilizado mucho antes en su nivel de fatiga, revivía y se atrevía de nuevo a salir hacia el campo madridista.
A pesar del fracaso, no sería justo analizar el encuentro sin tener en cuenta la categoría del portero Pfaff, tenido desde hace años por uno de los mejores del mundo. El Madrid jugó en líneas generales mal, pero remató bien. En media docena de remates a puerta estuvo espléndido.
En busca del equipo perdido
A. R La eliminación ante el Bayern cierra un ciclo de 15 eliminatorias europeas consecutivas superadas por el Madrid. No es un récord, pero sí una buena marca. En cualquier caso, frena la trayectoria de un equipo que, por plantilla, podía haber aspirado a llevar ese registro mucho más lejos y, sobre todo, a haber ganado la presente Copa de Europa.
El Madrid de Beenhakker se diferencia del de las dos temporadas anteriores en un par de cosas: está literalmente descerebrado por los continuos cambios que introduce en la zona donde se toman las decisiones -medio centro y líbero- y tiene menos fuerza física.
Anoche se echó muy en falta el apretón final de este tipo de partidos, que permitían demoler finalmente al rival aunque fuera en el último minuto, caso del partido contra el Borussia, o en la prórroga, caso del último contra el Inter. El Madrid de Beenhakker sigue siendo un buen equipo, sin duda uno de los equipos buenos de Europa, pero es casi el peor que puede sacarse de esa plantilla. El mejor era el del año pasado.
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