El 'ayatolá' Jomeini, enemigo número uno de Túnez
FERNANDO ORGAMBIDES El ayatolá Ruholá Jomeini, máximo dirigente de la República Islámica de Irán, ha sido declarado enemigo número uno de Túnez. El Gobierno de este pequeño país magrebí, que se encuentra situado a tan sólo 80 kilómetros de las costas de Italia, acusa a los gobernantes de Teherán de tratar de iranizar a la población tunecina y de intentar provocar la caída del régimen. El Gobierno de Túnez ha roto relaciones con el de Irán; ha expulsado al encargado de negocios de la Embajada de este país, Ahmed Kanani; ha precintado la representación diplomática, y ha hecho una limpieza a fondo en la Universidad y en las mezquitas, decapitando al movimiento fundamentalista existente. Por primera vez, las autoridades tunecinas han afrontado abiertamente uno de los principales problemas a que se enfrenta dentro de sus fronteras, el integrismo organizado, y ha puesto contra las cuerdas al régimen islámico de Teherán, al que ha acusado de financiar y provocar la insurrección que crecientemente se percibe en el país.
Treinta personas han sido encarceladas en las últimas semanas en Túnez, acusadas de acciones para provocar la caída del régimen apoyadas por Teherán. Entre ellas se encuentra Rachid Ganuchi, dirigente local del Movimiento para la Tendencia Islámica (MTI), organización hasta ahora tolerada, pero que, según las autoridades tunecinas, se había desviado en los últimos tiempos de sus principios fundacionales.El MTI, según reconoce oficialmente Túnez, llegó en un momento a plantear "el enfrentamiento abierto y directo contra el régimen, con vistas a crear un clima de insurrección a través de la violencia".
Un portavoz oficial del Gobierno de Túnez ha asegurado a EL PAÍS que la decisión de romper relaciones con Teherán se ajusta a pruebas concretas. "La Embajada iraní" ha dicho esta fuente, "distribuía clandestinamente la revista Ach Chaid (El Mártir) en la Universidad y en las mezquitas, con textos en los que se animaba a crear en Túnez un régimen teocrático, y mediante la que se trasladaban mensajes directos de que el régimen estaba al borde de la caída y de que la victoria de los desheredados era ya un hecho".
Captación de jóvenes
Los servicios de seguridad tunecinos, que dirige el ministro del Interior, general Zine el Abidín ben Alí, han asegurado que la Embajada de la República Islámica de Irán, además de reclutar partidarios en las mezquitas y las universidades, llegó incluso a provocar la captación en sectores de la juventud, como organizaciones de exploradores, y en el propio sector sindical, que actualmente se encuentra bajo control oficial.
"El reclutamiento se centraba en la preparación religiosa, sociológica e ideológica", asegura el portavoz consultado. "Los más receptivos eran seleccionados y entrenados como agentes operativos", añade.
"La financiación se llevaba a cabo mediante atracos a pequeñas sucursales bancarias o a través de donaciones personales, alguna de las cuales representaba a veces el 50% del salario del militante en cuestión", asegura la misma fuente.
"El encuadramiento de los fundamentalistas se constituía mediante células formadas política, ideológica o militarmente", dice el portavoz. "Se preparaban según el medio en el que iban a actuar, fuera urbano o rural. El objetivo era buscar el momento adecuado, aprovechando problemas sociales tanto en el mundo laboral como en el de la Universidad".
El portavoz oficial del Gobierno tunecino afirma que los integristas, a los que se ha incautado un importante número de armas blancas y de fuego, "disponían de una red informática particular con códigos secretos". "Asimismo", asegura la misma fuente, los integristas "habían instaurado tribunales islámicos dentro de la Universidad para juzgar a los estudiantes con los que disentían, y realizaban incursiones, mediante piquetes coactivos, en las mezquitas y en los centros de enseñanza, quemando con sustancias químicas las caras de aquellas personas que no secundaban sus propuestas".
Correa de transmisión
"Irán ha desempeñado aquí un papel de correa de transmisión de su revolución a nuestro territorio", dice la fuente. "Se ha infiltrado en nuestro medio islámico; ha forzado o financiado a ciudadanos tunecinos para espiar actividades de otras embajadas; ha difundido propaganda sobre su revolución a las puertas de las mezquitas y en las universidades, y ha distribuido manuales personales en los que se da instrucciones para defenderse de la acción policial en momentos de disturbios y para la creación de barricadas. También ha captado a ciudadanos de nuestro país para recibir formación clandestina en la ciudad santa de Qom, y para provocar disturbios en La Meca y en Medina coincidiendo con la llegada de peregrinos".
"Túnez", a juicio de este portavoz, "es un país árabe y musulmán, tal como lo reconoce el artículo primero de nuestra Constitución. El pueblo tunecino es creyente y practicante, pero queremos un islam de tolerancia, apertura y progreso, que permita al hombre vivir en su siglo y, por consecuencia, ser contrario a toda desviación hacia la Edad Media y el oscurantismo".
2.450 mezquitas
"El Gobierno", asegura el portavoz, "tiene una política religiosa que ha convertido a Túnez en un país que en 1960 tenía 810 mezquitas y hoy 2.450. Actualmente se controla la situación del fenómeno integrista, pero la amenaza es seria. No la queremos dramatizar, pero tampoco subestimarla. Hemos efectuado esta operación porque se trataba de un problema fundamental de libertad".
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