_
_
_
_
SÁBADO NOCHE

Variedades con variantes

Vicente Molina Foix

Al principio, los dos presentadores hablaban ante lo que -desde el bajo horizonte de nuestros saloncitos- parecía un atril. Detrás de ellos, un sobrio fondo morado. ¿Empezaba un nuevo sermón laico para uso de telepenitentes? En seguida se deshizo el engaño, y Paola Dominguín y Tony Cantó bajaron sendas rampas, un poco al estilo de como bajan al circo los gladiadores, y se mezclaron con una plebe en forma de público asistente que apenas se ve, pero se oye mucho aplaudir, bisbisear y gritarle requiebros a Rocío Jurado. Las candilejas brillaban, y la orquesta atacó ritmos ligeros. Estábamos, por tanto, pisando una vez más y firmemente el deslizante terreno de las variedades.Sábado noche pretende romper un maleficio: la tradición de adocenados programas de su género presentados bajo distintos nombres y modalidades por TVE en los últimos años. Y aunque es pronto para pronunciarse, la mezcla de contenidos necesariamente populacheros que estos espacios piden (canzonetista racial que canta con despliegue de capas de armiño y una lágrima, joven estrella pop que recibe la, ,alternativa de la mano de su señor padre, figura renombrada de la ópera) con una elegante frialdad de formato, hace prever que Sábado noche puede llegar a ser, en su género, el mejor de los programas posibles.

Hay que hablar, en primer lugar, de los presentadores y del traje de los presentadores, que cada día va a estar diseñado por modistas distintos, convirtiendo el programa, amén de otras cosas, en un subliminal desfile de modelos. La pauta de la primera noche (ella, vestida por Elena Benarroch con hermosos cueros de gobernanta inglesa; él, por Jesús del Pozo, a la usanza del clergyman) fue el negro y lo austero, emblemas de la moderación que quiere dominar el programa. Tanto ella como él hablan con soltura, sin coloratura, pronuncian bien las lenguas extranjeras, no hacen chistes ni piden palmas al respetable; son, como debe ser, meros introductores de los artistas, que nunca tratan de robar plano (aunque, ¿qué hacía Cantó de espaldas dejándose llamar por Rocío Jurado, en una canción, "rnaniquí de escaparate" y otras cosas peores, para después, encima, recogerle la capa y llevársela del brazo?).

Decorado e invitados

Por desgracia, el aparatoso decorado de metacrilato opalescente, que nos va a acompañar las 13 noches previstas es feo y chiflón, y desentona de la línea templada de los restantes componentes del programa.La selección de invitados fue equilibrada. Dos jóvenes rockeras, Jennifer Rush en una línea dura, Patricia Kraus en una línea más que blanda, eurovisiva, estuvieron precedidas por los siempre sólidos Spandau Ballet, antes de que el espacio se cerrara con el torbellino Jurado. Y no hubo trapecistas, ni ventrílocuos, ni funámbulos y demás artistas de la cuerda floja. Sólo dos actuaciones de humor, también, a su manera, complementarias. El argentino Gasafla se disculpó demasiado de su presencia y de su argentinidad, cuando procede de un país que cuenta con la mejor escuela actoral de lengua castellana, pero luego no supo dar en sus personificaciones con el tono adecuado para una audiencia televisiva.

Los indiscutibles triunfadores de la noche fueron Martes y Trece, que estrenaban números. ¿No es hora ya de decir que esta pareja compone el mejor espectáculo cómico de nuestro país? ¿Se me tachará de exagerado si añado que en la riqueza corrosiva y la invención verbal de sus sketches igualan, aunque sean menos, a los Hermanos Marx? Su parodia del programa Fin de siglo quedará en los anales, no sólo por el modo en que ambos humoristas se pasaban indistintamente lapatata caliente de Lizcano, sino por sus creaciones de, entre otros, Luis Escobar, la Cantudo, Isabel Pantoja y José María García.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_