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Tribuna
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Aqui esta la Mafia

Estoy muy agradecido a los lectores de este periódico que, con respecto a mi artículo publicado el mes pasado y titulado Aquí está el busilis, me han enviado cartas muy interesantes. Sin embargo, han de permitirme expresar una gratitud especial al señor Alfonso del Barrio, que rompía el quid pro quo en el que incurrió la mayoría de los que escribieron, equívoco del cual tal vez yo sea el responsable al haber puesto en el título la palabra busilis. Dice el señor Del Barrio: "Para Sciascia, el busilis es el no encontrar la palabra mafia, no la palabra busilis. Así, pues, el busilis no es busilis, sino mafia", y toca así el punto exacto de mi problema (o busilis). Después de todo, me da gusto saber en qué lugares del Quijote se encuentra la palabra busilis y cómo la registran los diccionarios de la lengua castellana. Ya sabía, aunque no exactamente dónde, que la palabra está en Cervantes, y, por consiguiente, en los diccionarios de la lengua castellana; incluso la encuentro en el que utilizo, que es bastante pobre. Por otra parte, busillis (con elle) se encuentra, con el mismo significado, en los diccionarios de la lengua italiana. Mi problema, repito, era saber si en el Quijote estaba la palabra mafia y dónde. Problema que otras cartas llegadas después de la del señor Del Barrio consideran inexistente. Inexistente tanto en el Quijote como en su memoria, como en la memoria de los diccionarios, y es muy justa la observación que hace un lector: si alguna vez Cervantes la hubiese utilizado, con lo mucho que hoy se habla de mafia, alguien la habría recordado, admitiendo que la palabra se les escapase a los recopiladores de diccionarios de la lengua y a Carlos Fernández Gómez, autor de un Vocabulario de Cervantes. No queda, por tanto, más que admitir un error de Manzoni o de Giuseppe Borri, que copió la lista de palabras y expresiones del Quijote que, según Manzoni, sebrevivían en el dialecto milanés. Pero ¿cuál era en Cervantes la palabra que Manzoni (o Borri) leyeron erróneamente? La propuesta del señor Manuel Muñoz Barberán de que la palabra fuese magia resulta sugestiva, pero ¿es posible -tanto en castellano como en italiano- forzar esta palabra al significado de "astucia, malicia". anotado por Manzoni? Quiero decir: la práctica de la magia puede comportar astucia, malicia, fraude; sin embargo, no puede ser captada inmediatamente con tal significado, y aún más cuando el propio Cervantes distingue entre el poder de la magia y el poder de los "hechiceros y encantadores", aunque a veces logren los mismos efectos.En este punto me doy cuenta de haber entrado, con la ayuda de los lectores, en un juego que, como dice Sancho: "Pues ándense a eso, y no acabaremos en toda la vida". Y lo dice Sancho, justamente a propósito de vocablos que, para él, son "voquibles". Pasemos, pues, este juego a los estudiosos de Manzoni; tendrán que buscar en las cartas de Manzoni, de Borri y de Cantú, en la lista original o en copia manuscrita. Para mí sigue siendo mágica, en una dimensión, como decía, a lo Borges, y la aparición de esta palabra (mafia) entre Cervantes y Manzoni tal vez sea por error. Que Manzoni haya encontrado la palabra en Cervantes o que haya transcrito erróneamente otra, que se puedan hacer tantas hipótesis hasta llegar a la muy simple del error tipográfico, resulta para mí un hecho extraordinariamente sugestivo y atrayente. Y tanto lo es más porque creo que precisamente en la novela de Manzoni se encuentra la primera representacion del fenómeno mafia, entre delincuencia y política. No está la palabra, de acuerdo, pero está -diría Sartre- la cosa, y está en el sentido de poder, del poder en su forma más violenta. Ha tenido crédito -y en parte pienso que aún lo tenga- la tesis de que la Mafia llenaba el vacío que dejaba el Estado. Más atendible es, en cambio, la tesis de que la Mafia haya nacido, crecido y prosperado dentro del Estado, como algo acordado, pactado. En resumidas cuentas, protegida y delegada por el Estado. Y un acuerdo semejante es descrito por Manzoni en un capítulo de Los novios, cuando el capuchino padre Cristóbal va al castillo de Don Rodrigo para rogarle que desista en su propósito de violencia. En el portón, el capuchino encuentra a los bravos -i bravi (palabra que no creo que en castellano tenga el significado de sicarios, de asesinos, como tiene en italiano)-, y en el salón comedor, a los felices comensales, entre los que están el podestá -máximo magistrado del país- y el abogado, a quien se había dirigido el novio para obtener justicia. Más adelante, uno de los bravos, el jefe de la pandilla, asalariado de Don Rodrigo, dirá para establecer su propia impunidad: "El podestá es amigo de casa; los esbirros me tienen respeto". Y así tenemos, trazado por Manzoni, el sistema mafioso: el noble y rico, prepotente y malversador; la mano de obra del crimen, el magistrado, el abogado, la policía. Y es este el sistema que ha convertido a la Mafia en dudadera e intocable. Si el Imperio austriaco no lo hubiese sustituido con su moderado iluminismo, con su ágil y limpia burocracia, así como en Sicilia, Lombardía estaría luchando aún hoy contra la Mafia.

No sé si en España la novela de Manzoni aún tiene lectores. Tal vez haya pocos, ya que en cualquier lugar del mundo los grandes libros son poco leídos.

Y es posible que los españoles, como los franceses, no lo consideren hoy como un gran libro (Incluso muchos italianos lo proclaman grande sin amarlo, o incluso sin haberlo leído); pero como grande lo tenían ayer europeos de la talla de Goethe y de Sainte-Beuve. Hace algunos años, en París, en casa de Dominique Fernandes, surgió una discusión entre amigos italianos y españoles sobre Manzoni, mientras los franceses negaban resueltamente su grandeza. En cierto momento, un joven profesor francés dijo que no se podía discutir sobre Manzoni con los italianos: "Manzoni", dijo, "es para los italianos como la leche de la madre". Y tal vez sea realmente así, y tal vez sea así en especial para mí. Sin embargo, quien quiera ver un desesperado retrato de Italia, de la Italia como aún es hoy, de la Italia de las Brigadas Rojas, de la Mafia, de la P-2, etcétera, que lea este libro que los necios consideran optimista, conformista y edificante.

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