Todo en familia
No parece demasiado probable que los miembros de la Academía de Hollywood reflejen en sus decisiones el estado de la conciencia colectiva. En algunas ocasiones, así lo ha parecido, pero otras han desmentido la suposición. En todo caso, la entrega de este año podría sustentar esta premisa.Por un lado, las previsiones se han cumplido en lo que se refiere a Platoon. Oliver Stone, ex veterano de Vietnam, paseó durante 10 años un guión en el que nadie confiaba. La vieja historia. Por fin se logra rodar, sin demasiado presupuesto, y la polémica acompaña su proyección ante la maravillada sorpresa de los recaudadores.
La conciencia colectiva, en este caso mala conciencia, toma en Platoon un leitmotiv melodramático. El bien y el rnal se le aparecen a un joven universitario que se alista, y que, llegado a la jungla, percibe inmediatamente que ha cometido la gran equivocación de su vida. Un superior suyo lucha por la supervivencia, pero es honesto consigo mismo y con los demás; otro carece de moral, y el protagonista acaba asesinándole.
La otra gran película de Vietnam, Apocalipse now, de Coppola, era quizá excesivamente literaria para un público que ha visto en Platoon a jóvenes luchando y perdiéndolo todo: en el caso de los que mueren, la vida, y en el caso de los supervivientes, la razón.
Mejor película, mejor director, mejor montaje y mejor banda sonora han recompensado a Stone, que declaró al recibir el premio algo bastante previsible: que la historia no debe repetirse.
Paul Newman ha recibido su merecido en el mejor sentido. Seis nominaciones anteriores y un oscar honorífico, para finalmente ablandar los corazones de los ilustres votantes, que le han concedido un oscar real. Bob Hoskins, protagonista absoluto de Mona Lisa, es el gran perdedor en esta historia, cuando la gran mayoría de los críticos hablaron de una película que, literalmente, no sería tal sin su presencia. Lo mismo podría decirse de El color del dinero, por la densa relación que Scorsese obliga a mantener a la cámara con Newman. De ahí que el agravio a Hoskins sea de tono menor.
Por otra parte, Marlee Martlin es la cuarta actriz debutante que recibe este tipo de premio, y la historia acaramelada en la que interviene, mezclada con su historia real de mujer sorda, puede hacer vibrar las vísceras de cualquier burgués corriente que se precie. Su trabajo en Hijos de un dios menor es encomiable, pero la película no deja de ser una superficial visión de una historia de amor entre un profesor que oye la llamada muda del amor. La concesión no pasa de ser algo muy emotivo. Urbanos premiados
Mientras tanto, Woody Allen tocaba de nuevo el clarinete en Nueva York, mientras Hannah y sus hermanas recibía tres premios, entre ellos al del mejor guíón original. Quedaba reconocida otra cara de Estados Unidos, la de los personajes urbanos que viven historias que aun en el caso de los seres más diáfanos, son extremadamente complejas.
El filme de Allen es tan real como Platoon, y cualquiera, por mucho que aspire a una vida ordinaria, puede identificarse con esos personajes temerosos, dos de los cuales, encarnados por Michael Caine y Dianne Weist, han servido para que se les premie como mejores actores secundarios. Una habitación con vistas, producción británica, ha sido obsequiada con oscars menores, mientras el premio al mejor filme extranjero ha recaído en la excelente producción holandesa El asalto. Por último, Steven Spielberg, el mago que ha llenado las arcas de Hollywood y ha relanzado el antiguo sueño del oro, ha recibido un premio conmemorativo de prestigio, entre colegas también galardonados por películas de poco presupuesto, comparadas con las suyas. Todo en familia, Stone, Spielberg, Allen y Marlee Martlin, para seguir abriendo brecha en lo que para algunos es despótica colonización y para otros, sobre todo para ellos, legítima mercadotecnia.
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