Defraudaron los Miura en la feria de Castellón
Una vibrante faena de Dámaso González, premiada con una oreja, salvó una tarde de toros decepcionante por culpa fundamentalmente del escaso juego que dieron los Miura. Las reses de Eduardo Miura, la lengendaria divisa sevillana famosa por el número de muertes que ha ocasionado en los ruedos, hoy dieron la impresión de haber perdido su encaste y hasta su tipo. Era la tercera corrida de la feria taurina castellonense de La Magalena. El público llenó más de tres cuartos del aforo de la plaza.Excepto los dos primeros, el resto de los Miura llegó muy aplomado al tercio final, haciendo imposible cualquier intento de faena. Sólo cuando se paraban, quedándose en las zapatillas de los toreros, se percibía su peligrosidad, que no fiereza. Para colmo de males, el tercero se lesionó nada más saltar a la arena, a la salida de una larga cambiada con la que le recibió su matador, José Antonio Campuzano.
Francisco Ruíz Miguel, palmas y silencio. Escuchó dos avisos, uno en cada toro. Dámaso González, oreja y palmas. José Antopio Campuzano, silencio en ambos.
Ruíz Miguel estuvo voluntarioso en su primero, pero acabó rajándose en la muleta. En el cuarto, peor, fue una pelea sin contrincante, es decir, sin toro.
Dámaso González llevó a cabo lo único importante del festejo, en el segundo toro, a base de porfiar metido entre los pitones del animal. Con el quinto, un auténtico marmolillo, fue inútil todo intento de faena.
José Antonio Campuzano, anodino y ausente, aún con la disculpa de que su primer toro se inutilizó y el otro llegó a la muleta pesado y probón, contribuyó con su desgana a que el festejo no alcanzara mayor brillantez.
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