"Es malo criticar excesos sin analizar las causas"

P. ¿A qué cree que se debe la confluencia de tanta conflictividad?R. Yo creo que ha habido un período de incubación largo, porque durante toda la transición ha habido una política de rigor, desde los mismos Pactos de la Moncloa, en 1977, aunque sólo haya dado los mejores resultados en el período socialista. Entiendo que los ciudadanos pedían un mayor sosiego, una mayor alegría desde las últimas elecciones, que no ha llegado. Y desde luego, opino que no son peticiones descabelladas. Los jornaleros llegan a un acuerdo; los estudiantes, que lo único que hacen es adelantar el programa del partido, también; los médicos no solamente manifiestan su corporativismo, como tan fácilmente se dice, sino también la degradación hospitalaria; los comerciantes protestan contra la inseguridad ciudadana, pero también contra el decreto Boyer de libertad de horarios. Estamos asistiendo a un estallido le confianza entre algunos colectivos y el Gobierno.

P. En algunos de estos conflictos la crispación ha llevado a la violencia. ¿Hay desbordaniento de las direcciones sindicales?

R. Cuando los conflictos degeneran en violencia no es justo echar toda la culpa a los trabajadores. Hay intervenciones, incluso de la fuerza pública, que han radicalizado a los trabajadores y es preciso analizar las causas de esta exasperación. Cuando a un trabajadorno se le ofrece como futuro más que la pérdida de su puesto de trabajo, se rechaza este futuro. Si alguien del Gobierno dice que España ha pasado por situaciones mucho peores, preveía lo que iba a pasar en Reinosa? Y eso que los hombres de UGT han tratado de serenar la situación. Muchas veces se ha tratado de asustar a los trabajadores, de dramatizar la situación, para luego aplicar un plan de viabilidad. Es una mala política criticar los excesos sin analizar las causas. Hay que dar ilusión sobre un futuro que es muy sombrío. Y ello sin que respecto al presente tampoco haya un mensaje claro. No estoy haciendo una descalificación global a nadie, pero no se puede dar la espalda a la realidad.