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Herederos de Torquemada y Stalin

Existieron los tribunales de la Inquisición española de los que hablaba Joseph de Maistre. Mucho más tarde aparecieron los tribunales estalinistas y los procesos de Moscú. Ahora existen los tribunales de la Organización de la Justicia Revolucionaria (OJR), que, con sede en Beirut, y puesto que entienden que están administrando justicia, aplican acusaciones, condenas y ejecuciones.Estas tres jurisdicciones tienen, por encima de sus palpables diferencias, un punto en común: los verdaderos acusados no están nunca en el banquillo. En efecto, los tribunales inquisitoriales, que enviaban alegremente a judíos y otros herejes a la hoguera, buscaban ante todo condenar y hacer desaparecer al diablo, que estaba fuera de su alcance.

Como sus ilustres predecesores, los jueces de la OJR son expertos y han asistido a la mejor escuela de todas, que les ha convertido en hijos naturales, y bien dotados, de Torquemada y Stalin.

Esos jueces saben que, como en todo buen proceso de este tipo que se precie, es preciso que el acusado confiese, porque, por definición, jamás puede presumir su inocencia. Saben, además, que conviene conceder al verdadero culpable, Francia, un plazo razonable de tiempo para que suplique el perdón.

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Ni Francia, acusada lejana, ni Normandin, condenado y a un paso del cadalso, pueden escapar al justo veredicto de la OJR.

20 de marzo

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