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Aparece un brazo en avanzado estado de descomposición en el interior de un paquete postal

Muestras de cadáveres humanos enviadas por los juzgados de toda España a los laboratorios del Instituto Nacional de Toxicología en Madrid, Barcelona y Sevilla están viajando continuamente por correo sin que se cumplan en ocasiones las normas de embalaje, lo que puede provocar riesgos sanitarios en las oficinas postales. El 9 de marzo se comprobó en el Centro de Clasificación Postal de Chamartín que un paquete que despedía un intensísimo mal olor contenía trozos de un brazo que había sido enviado en fresco y había llegado putrefacto a su destino.

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Hace dos semanas, un mal olor intensísimo se propagó por las instalaciones del Centro de Clasificación Postal de Chamartín, dependiente de la Dirección General de Correos y Telecomunicaciones y en el que trabajan más de 2.000 personas que manejan cada día unos cinco millones de envíos postales ordinarios y unos 170.000 certificados, entre cartas y paquetes.Los trabajadores pensaron inicialmente que el olor podía proceder de algún alimento en malas condiciones depositado en alguno de los paquetes que allí se almacenan en espera de entrega El olor, sin embargo, se hizo tan pestilente que pudo localizarse en un paquete postal enviado por el Juzgado de Instrucción de Ponferrada (León) al Instituto Nacional de Toxicología en Madrid. Este último organismo trasladó a finales de febrero pasado su sede desde la calle de la Farmacia a un edificio de nueva planta en la calle de Luis Cabrera, donde aún hoy día carecen de teléfono.

El traslado y la incomunicación telefónica pudieron ser la causa del retraso en la entrega del paquete -imputable al destinatario, ya que estos envíos no se llevan a domicilio- y de la progresiva putrefacción de su contenido. Cuando finalmente se personó en Chamartín un empleado del instituto para recoger el paquete, se pudo comprobar que contenía un trozo de brazo humano en avanzado estado de descomposición y restos del cerebro y vísceras enviados en formol

.Papel y 'poliespan'

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La titular del Juzgado de Instrucción de Ponferrada, Rosario Fernández Hevia, ha manifestado a este periódico que los restos enviados a Madrid pertenecían a un joven natural de La Bañeza, residente en Ponferrada, que había sido hallado muerto con una jeringuilla clavada en su brazo. "El envío se hizo para analizar la posible existencia de tóxicos", añade la juez, "y fue preparado a instancias mías por la forense". Esta última, Oliva Orduña, ha reconocido que parte de los restos iban "en fresco" porque si se enviaran en formol se anularía la posible existencia de tóxicos, con lo que el análisis sería inútil. "Este tipo de envíos lo hacemos generalmente con envoltorios de papel y poliespan y no se nos ha dicho nunca en Correos que sea necesario otro tipo de embalaje", añade.

Sin embargo, la legislación vigente sobre envío o traslado de muestras cadavéricas establece que este tipo de restos han de ir en envases impermeables de frasco o vidrio debidamente cerrados y metidos a su vez en una caja metálica precintada. El director general del Instituto General de Toxicología, Guillermo Tena, ha reconocido que en ocasiones estas normas no se cumplen, lo que además de malos olores podrían provocar a los operarios que manipulan los envíos un riesgo sanitario en caso de tratarse de tejidos para detección de la rabia o de sangre para botulismo. "Me consta, sin embargo, que en este tipo de envíos se procede con mucho cuidado", añade Tena.

Según Victorino Nieto, secretario del Centro de Clasificación Postal de Chamartín, en ocasiones anteriores ya han detectado por el mal olor otros envíos de restos humanos que llegaban descompuestos. Otros informantes añaden que hace tres o cuatro meses se encontró en la central de Correos de la plaza de Cibeles -en la que se almacenan los paquetes del distrito al que pertenecía la antigua sede del Instituto Nacional de Toxicología- un paquete postal que contenía una mano en avanzado estado de descomposición, extremo que ha sido negado por el jefe de prensa de la Dirección General de Correos y Telecomunicaciones, José Luis Martín.Fetos en frascos

De otra parte, se ha podido saber que hace aproximadamente un año, en la sucursal de Correos número 27 de Madrid, en el barrio de Carabanchel, se detectó un paquete que contenía fetos. Los frascos en los que se enviaban se habían roto en el tránsito, por lo que los líquidos que contenían habían deteriorado hasta tal punto el envoltorio que las señas del destinatario y del remitente se habían borrado.

Fuentes de la sucursal han señalado que se dio cuenta del caso a la Inspección de Correos, que ordenó destruir el paquete. "En casi todas las sucursales en cuyo territorio hay algún laboratorio o cosa por el estilo se ha producido algún caso de este tipo", añadieron.

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