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Pulso en la capital libanesa entre Asad y Jomeini

El Ejército sirio no se atreve aún a penetrar en los suburbios controlados por los shiíes

El cuartel Fathalá está en una calle de apenas 10 metros de ancho y consta de una planta baja y tres subterráneas. En su muro exterior, pintado en rojo y azul, sonríe desde un cartel Hafez el Asad, el presidente sirio. A un costado, en un primer piso acribillado, murieron, el pasado 24 de febrero, 23 hombres y mujeres shiíes que creían en la revolución islámica del imam Ruholá Jomeini. Manos sirias dispararon las armas.

Se han cumplido ya dos semanas de la entrada de tropas sirias en Beirut Oeste. La calle Hamra es otra vez la de siempre, un bazar de comercios que rebajan ropas francesas e italianas y de vendedores ambulantes de tabaco, lotería, zapatos, plumeros y ropa interior. Lo único nuevo son los cristales y la ausencia de milicianos.La mayoría de los habitantes está contenta con los sirios. "Son mucho más amables que la primera vez que entraron, en 1976. Ahora te piden la documentación por favor", dice un empleado del hotel Commodore, en liquidación tras haber sido arrasado en los últimos combates milicianos. "No preguntan cuál es tu religión o tu posición política", afirma un profesor cristiano del barrio de Mazraa.

El general Ghazi Kanaan, llamado, en voz baja el gobernador militar sirio de Beirut, hace constantes llamamientos en las radios locales a los ciudadanos. "Denuncien sin miedo todos los abusos que han sufrido en los últimos tiempos", dice.

Sólo en los medios shiíes integristas se mastica la desconfianza. Las tropas de Damasco no han ocupado aún los suburbios meridionales de la capital, bastión del Hezbollah, y, al parecer, residencia forzosa de no pocos secuestrados.

Pero todos los días reciben peticiones de dar ese decisivo paso. El señor de la guerra druso, Walid Jumblat, que ha insistido ante los sirios para que penetren en los suburbios meridionales, ha vuelto a acusar a Hezbollah del secuestro del emisario anglicano Terry Waite. En su feudo de Muktara dijo el pasado domingo: "Waite es un hombre de Dios y ahora está en las manos del Partido de Dios".

Conflicto sirio-iraní

Corren rumores en Beirut Oeste de que los sirios interrogan con particular énfasis a los varones barbudos y las mujeres que se cubren con el negro chador. Es una manera de expresar la existencia de un conflicto latente entre los soldados del régimen laico de Damasco y los partidarios integristas de su aliado iraní.

Siria e Irán tienen una alianza muy especial, basada en su común odio al régimen iraquí de Sadam Husein. Pero en Líbano son francos competidores.

En la oración del pasado viernes de la universidad de Teherán, el presidente iraní, Alí Jamenei, mostró su "preocupación" por la muerte de los 23 militantes beirutíes del Hezbollah. La voluntad siria de desarmar las milicias musulmanas libanesas es, para Jamenel, "peligrosa e inoportuna, porque debilita la resistencia islámica frente a Israel".

Desde la entrada de tropas sirias en Beirut Oeste, tres ministros iraníes han ido a Damasco, para hablar con Hafez el Asad.

El último ha sido el de Interior, hoyatoleslam Alí Akbar Montazeri, quien se entrevistó el domingo con el presidente sirio para discutir la situación beirutí.

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